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234 AGUSTÍN RAMÓN RODRÍGUEZ GONZÁLEZ tender con la escuadra del enemigo en Manila, será indispensable mandar allí una escuadra que no sea inferior. Ahora hay aquí sólo dos buques de guerra, y uno de ellos creo que no puede pasar el canal (de Suez). La única cosa que podemos hacer es enviar allí todos los barcos de la escuadra de Cervera que puedan salir de Santiago, pero antes de adoptar una resolución en este sentido, el gobierno desea conocer su opinión con respecto al efecto que podría producir ésto en el pueblo de Cuba, ( es decir) la retirada de la escuadra de Cervera. Este movimiento sería sólo temporal, y una vez conseguido el objeto en Filipinas, la escuadra volvería a Cuba sin pérdida de tiempo y fuertemente reforzada.” Por supuesto que Blanco, que ya había considerado imprescindible la escuadra de Cervera para la defensa de Cuba, contestó que su retirada causaría un “funesto efecto”, temiendo una sublevación de los voluntarios y un gran malestar en el Ejército, considerándose los unos y el otro abandonados a su suerte. La discusión era ya puramente académica, pues la escuadra de Cervera estaba bloqueada en Santiago desde el 29 de Mayo, y si ya resultaba poco creíble que pudiera escapar de tan difícil situación, al menos sin graves pérdidas, aún más lo era esperar que tras el duro combate, los buques supervivientes estuvieran en condiciones de realizar la larga travesía de vuelta a España, y de allí a Filipinas, donde deberían reñir otro combate decisivo, ganarlo y volver al Caribe después. El asedio de Manila Las únicas medidas para la guerra terrestre tomadas con anterioridad al desastre de Cavite fueron la movilización forzosa de todos los españoles útiles residentes en el archipiélago el 23 de Abril, medida más simbólica que real, dados su escaso número y sus cargos, y la de voluntarios extranjeros residentes, más para actuar como policía local en caso de incidentes con los indígenas que como fuerza militar efectiva. Históricamente las Filipinas habían permanecido en manos españolas a despecho de ataques de piratas chinos o japoneses, o de escuadras regulares holandesas o británicas, más por el apoyo de la población indígena de Luzón que por los escasos recursos militares españoles en la zona. Indudablemente los tiempos habían cambiado, pero Augustín creyó que bien valía la pena probar, por ello emitió el 4 de Mayo una serie de decretos que en otras circunstancias bien pudieran haber sido decisivos: Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2019, pp. 234-252. ISSN: 0482-5748


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