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240 AGUSTÍN RAMÓN RODRÍGUEZ GONZÁLEZ Los americanos sufrieron un total de 17 muertos y 106 heridos, así como otros 63 muertos por enfermedad. Con mucho las bajas más serias debieron ser las de las tropas de Aguinaldo, duramente probadas en sus sucesivos ataques, pero no conocemos datos fiables sobre la cuestión. Hubo entre los españoles, sin embargo, quien consideró que su deber le obligaba a más. Entre ellos destaca la figura de un simple teniente de infantería procedente de la clase de tropa, D. Faustino Ovide González. Este oficial, destinado a las Filipinas en 1895 se había ganado ya cuatro Cruces al Mérito Militar rojas por sus servicios durante la insurrección anterior. En aquellas operaciones se distinguió especialmente por su valor personal, siendo herido en una ocasión y tomando en otra al enemigo un cañón y una ametralladora, aparte de causarle grandes bajas en proporción a las fuerzas enfrentadas. La quinta Cruz, ya pensionada, la ganó durante el asedio de Manila, obteniendo posteriormente la de María Cristina al substituir al jefe herido del blocao n° 14, y rechazar personalmente el 18 de Julio un asalto de los insurrectos a aquella tan comprometida posición. El 13 de Agosto, y como la retirada en su sector fuera precipitada y diera origen a confusión, se le mandó con su sección de 30 hombres a recuperar una trinchera abandonada poco antes, desde la que cubriría la retirada de las demás fuerzas. Al avanzar, la encontró ocupada por tropas americanas, sin embargo la tomó al asalto con fuertes bajas entre sus enemigos y la defendió hasta verse aislado, retrocediendo luego sin dejar de combatir, y pese a estar herido de un rebote de bala en la boca, hasta las inmediaciones de la ciudad, donde se le ordenó que cesara la resistencia, pues hacía ya tiempo que Manila había capitulado. Al heroico oficial le rindieron honores las tropas del general Greene, quien le felicitó por su conducta, siendo posteriormente recompensado con la Gran Cruz de Carlos III. El hecho, generalmente olvidado, consta oficialmente en su historial personal conservado en el Archivo Militar de Segovia, así como que llegó a teniente coronel pese a sus modestos inicios. La capitulación fue con todos los honores, y tras depositar sus armas, aunque los oficiales pudieron conservar las suyas de cinto, todos quedaron en libertad, esperando la repatriación. Pero la guerra seguía en otros puntos del archipiélago entre filipinos y españoles, unos por liberar todos los territorios posibles, los otros porque, perdido Luzón, confiaban al menos salvar el resto del archipiélago, puesto ahora abajo el mando del general Ríos, que tuvo todavía que luchar y ganar muchos combates en las Visayas, hasta que en 20 de diciembre, y ante las presiones americanas en la Conferencia de Paz en París, amenazando con volver a la guerra si España no renunciaba a todo el archipiélago, hubo que Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2019, pp. 240-252. ISSN: 0482-5748


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