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264 LÓPEZ DE LA ASUNCIÓN y LEIVA RAMÍREZ que el beriberi era una enfermedad contagiosa, pero se equivocaban, porque el beriberi viene provocado por una deficiencia nutricional. Concretamente la falta de tiamina o vitamina B1, sustancia que no genera nuestro organismo y debe aportarse mediante la suficiente ingestión de alimentos ricos en ella (cereales integrales, carnes, vísceras, huevos, verduras de hoja verde, leguminosas o frutos secos). La deficiente alimentación que consumían fue, y no otra, la causa de la aparición de esta espantosa enfermedad. «Comienza su invasión por las extremidades inferiores, que hincha e inutiliza, cubriéndolas con tumefacciones asquerosas, precedida por una parálisis extraordinaria y un temblor convulsivo, va subiendo y subiendo como el cieno sobre los cuerpos sumergidos, y cuando alcanza su desarrollo a ciertos órganos, produce la muerte con aterradores sufrimientos»11. Aunque no estaban en lo cierto con respecto a la etiología del beriberi, es verdad que las condiciones que debían soportar eran casi inhumanas. En 300 m2, sin apenas ventilación y en penumbra convivían 54 personas. Efectivamente, la fortificación impedía que entrase el enemigo, pero tampoco lo hacían el aire y la luz. Una parte del espacio lo restaban los suministros, 125 sacos, 12.000 latas de sardinas, 600 kg de tocino, 60 cavanes de palay (2640kg) y 16 cajas de munición. La iglesia era cuerpo de guardia, dormitorio, sala de estar, calabozo, enfermería y tristemente se convertiría también en cementerio12. Muchos víveres estaban averiados, y desprendían un olor nauseabundo. Apenas podían hacer ejercicio físico, la humedad era asfixiante y calaba hasta los huesos y cuando llovía el suelo se encharcaba13, la falta de sueño, el cansancio, el hambre, el estrés todo sumaba para desgastar día tras día a los sitiados. La epidemia de beriberi se desarrolló entre septiembre y diciembre de 1898, sin duda, el periodo más crítico del asedio. Será cuando se ponga a prueba la resistencia física y moral y la capacidad de sufrimiento de los sitiados hasta límites insospechados. A mediados del mes de septiembre aparecieron los primeros síntomas del beriberi. Su primera víctima mortal fue el padre Gómez Carreño, hombre de precaria salud que además arrastraba un catarro intestinal, falleció el 25 de septiembre. Por su carisma y carácter constituía un referente para todos y su pérdida fue muy sentida. 11 MARTÍN CEREZO, Saturnino: El Sitio de Baler, Notas y Recuerdos. Primera Edición. 12 Trece de los 19 fallecidos se enterraron dentro de la zona de vida si incluimos la sacristía y el patio. 13 En octubre la mayoría estaban medio descalzos y para evitar el contacto con el suelo, confeccionaron unas abarcas con un pedazo de madera amarrado al pie con cuerdas. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2019, pp. 264-300. ISSN: 0482-5748


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