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ORIGEN DE LA PRESENCIA ESPAÑOLA EN FILIPINAS 33 manda de Mactán, envió un mensajero rogando al comandante portugués que el ataque tuviera lugar al alba, única forma de que los guerreros que perecieran en la refriega pudieran alcanzar el paraíso. Magallanes estaba tan convencido de su victoria que se plegó a las súplicas de su adversario, pensando que al leer en las crónicas su magnanimidad Carlos I perdonaría otras objeciones que pudiera albergar sobre su conducta. Navegó, pues, toda la noche y al alba apareció en cubierta dispuesto para el combate vestido con el hábito de caballero de orden de Santiago y tocado con el correspondiente yelmo cuyo penacho de plumas blancas proclamaba a los castellanos su hidalguía, aunque lo señalaba también a ojos de los indios como el objetivo a batir. El combate representó una clara victoria táctica de Lapulapu, pues cuando las naos llegaron a la playa la marea estaba en su punto más bajo, y tratándose de una costa aplacerada tuvieron que fondear a demasiada distancia de la arena, no pudiendo hacer uso de las bombardas, mientras que, por otra parte, los botes despachados tampoco pudieron acercarse a tierra debido a una restinga de rocas, por lo que los arcabuceros que debían apostarse en ellos quedaron también sin utilidad. Así las cosas, desembarcaron cuarenta ballesteros y alabarderos a los que el agua llegaba por la cintura y siendo la corriente vaciante bastante fuerte, cuando alcanzaron la playa estaban agotados. Frente a los expedicionarios se presentaron unos mil quinientos salvajes armados con sus correspondientes lanzas y, entre que los navegantes iban protegidos con armaduras y que los indígenas se mantenían fuera del alcance las ballestas, el combate se convirtió en una ópera bufa, hasta que Magallanes, con idea de escarmentarlos, ordenó quemar sus cabañas, cosa que lejos de amedrentarlos tuvo la virtud de exacerbarlos, momento en que se lanzaron en tromba contra los invasores, que se defendieron con sus armas hasta que reconocieron que los enemigos constituían un número demasiado elevado, y cuando vieron que su comandante, alcanzado por una lanza en la pierna, yacía caído en la playa y un enjambre de indios se lanzaba sobre él, siguiendo sus últimas órdenes dictadas a modo de estertor postrero, se replegaron a los botes y regresaron a las naos. Recreación de la muerte de Magallanes en Mactán a manos de Lapulapu Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2019, pp. 33-46. ISSN: 0482-5748


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