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382 GERARDO LÓPEZ-MAYORAL HERNÁNDEZ Para España, sus banderas rojigualdas del periodo, modelo 1843, suponen una clara consolidación de la legalidad, la unidad y la monarquía del momento, probablemente. Evocan sin duda un sentimiento patrio que empezaba en la opinión pública, en los embarques, despedidas y ceremonias y que volvió triste, pero con honor y que poco a poco tuvo que superarse a sí mismo, aunque volviéramos ya en 1899 sin la de Baler, probablemente la más sencilla y modesta de todas pero una de las más importantes por su significado y sacrificio. En cuanto a las banderas filipinas, han demostrado también la trayectoria de los sentimientos y su representación en los símbolos de un pueblo por el que, a pesar de todo, tenemos que reconocer nuestros lazos y, seguramente, simpatías. Creo también, en cierta manera debemos sentirnos orgullosos de haber podido tutelar como a un hijo a aquélla joven nación con profundas raíces españolas. Y finalmente, dar las gracias a aquellos autores y fuentes que he citado, en letra o imagen, pues banderas son eso, imágenes y significados, y en los que me he apoyado para esquematizar un poco cuáles eran y dónde están nuestras banderas de la campaña de Filipinas. Ellos son los que nos han abierto los ojos tras muchos años de investigación y que, seguro, todavía nos invitan a seguir investigando, como por ejemplo sobre las de Cochinchina… Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2019, pp. 382-384. ISSN: 0482-5748


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