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NUMANCIA Y LIDERAZGO El líder debe de poseer la capacidad de influenciar en los subordinados para lograr su adhesión incondicional Carlos Zaloña García Coronel de Artillería DEM Tal y como se refleja en la presentación de este documento, la campaña de Numancia no habría pasado a la historia de no haber sido por el carácter, la preparación, los atributos y el intelecto de los que, en aquel momento, tuvieron la responsabilidad de ejercer el mando en uno y otro bando. Y si hablamos de carácter, preparación, atributos e intelecto no hablamos de otra cosa que de liderazgo, considerado como un valor añadido a la función del mando. Es evidente que ser jefe no implica ser líder pero, del mismo modo, el liderazgo no se reduce de forma exclusiva a quienes ocupan puestos de dirección. Si nos centramos en el bando romano, hablar de Numancia y de liderazgo equivale a hablar de Escipión Emiliano, cónsul de las legiones romanas últimas en someter Numancia. Antes, otros cónsules y jefes militares lo habían intentado y obtuvieron fracasos, derrotas y pactos infructuosos. Los generales romanos no eran en absoluto amateurs de la milicia, «políticos de uniforme», como a veces se les ha caricaturizado. Cada uno de los seis tribunos de una legión (el mando superior más bajo) debía sumar al menos entre cinco y diez años de servicio militar previo y nadie podía ser investido de cualquier magistratura 80  /  Revista Ejército n.º 946 • enero/febrero 2020 si no había cumplido diez años íntegros de servicio. Desde que al propósito de la organización era un adolescente, cualquier noble romano servía en el ejército, a menudo cerca de su padre, y aprendía así el oficio. En estas condiciones, cualquier general en jefe romano era un veterano. Otra cosa es que la veteranía pueda asegurar cierta competencia, y en esto todo nos lleva a la conclusión de que el ejército romano republicano contó con su cuota proporcional de generales geniales, excelentes, buenos, mediocres, malos y desastrosos, como cualquier otro ejército de la historia. Solo la capacidad de liderar fue entonces, como lo sigue siendo hoy, lo que diferenció a los geniales y excelentes de los mediocres y malos; lo que hizo que un mando militar como Escipión Emiliano consiguiera, con medios y efectivos similares, lo que no consiguieron sus predecesores.


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