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97 política de dominar el Mediterráneo y le obligará a evolucionar. EL MODELO DE GENERACIÓN Y SOSTENIMIENTO En el 133 a. C. Roma es una república y los ejércitos que le han permitido ser una potencia en el Mediterráneo central están constituidos por legiones que se nutren de una milicia cívica censitaria (F. Quesada, La guerra con arma blanca, IUGM-UNED), milicia en la que anual y voluntariamente se alistan sus ciudadanos, que pasan a ocupar un puesto táctico de acuerdo con su nivel de renta. Desde los más ricos, que pueden costearse una montura y constituyen la caballería, hasta los más humildes, que apenas pueden costearse un escudo y un par de jabalinas. Esta milicia es reclutada en el mes de marzo y con ella se forman cuatro legiones que, junto a las tropas auxiliares que aportan los aliados, son puestas bajo el mando de los cónsules para cumplimentar los objetivos militares anuales que marca el Senado, teóricamente durante el año en curso. De ese modo se consigue no agotar el sistema de producción agrícola basado en los campesinos que, a la postre, son el grueso de los legionarios. Esta disolución anual de las legiones, al menos de buena parte de ellas, tenía como consecuencia que la experiencia, irremediablemente, se perdía. Su equipamiento era dispar, fruto de esa financiación particular, y a desarmonizar el conjunto contribuía la presencia en la legión de sirvientes, animales de tiro y todo tipo de prestadores de servicios, fruto de esa posibilidad de financiar el esfuerzo bélico que tenían los soldados, allí donde la República no entraba. Esa falta de homogeneidad, el lastre que provocaban los proveedores de servicios, unido a las reducidas capacidades de transporte, que se limitan al transporte marítimo y fluvial, unido a la potencia muscular de hombres y bestias, eran las características de la logística de la República, que imponía contingentes relativamente reducidos y operaciones cercanas a las bases de la península itálica. APLICANDO LECCIONES APRENDIDAS Fruto de la voluntariedad del sistema de reclutamiento, a veces la experiencia podía conservarse. Así, Publio Cornelio Escipión Emiliano Africano Menor, cuando acepta el mando de la campaña contra Numancia, es un cónsul veterano. Además de haber servido en Hispania, es el vencedor de la tercera guerra púnica, guerra finalizada con la destrucción de la ciudad de Cartago, el mismo destino que tendrá Numancia. En el asedio de Cartago Escipión seguirá un plan que, en sus aspectos logísticos, repetirá de nuevo ante Numancia al pie de la letra: reorganizar y optimizar su propio ejército, asegurar sus líneas de abastecimiento y anular toda posibilidad de abastecerse de recursos al adversario, líneas de acción que, aunque obvias, no habían sido seguidas por ninguno de sus antecesores en la meseta. LA CAMPAÑA NUMANTINA El ejército romano llevaba operando en la Celtiberia desde hacía casi 50 años, cosechando en ella sonoros fracasos tácticos y también logísticos, ya que en varias ocasiones tuvo que retirarse de la zona de operaciones por falta de recursos y llegó a contabilizar bajas por frío e inanición. Tras esos 50 años de guerra ha quedado claro que los ejércitos romanos no podían operar con éxito en el interior de la meseta, sencillamente porque no había tiempo para organizar un ejército y proyectarlo antes de que llegara el invierno. También ha quedado claro que, dadas la dureza de la campaña y las escasas posibilidades de conseguir botín, era difícil lograr voluntarios que permitieran constituir el propio ejército. El primer problema lo solucionó el Senado ya en la segunda guerra celtibérica modificando el calendario, cambiando el inicio del año del mes de martius (marzo) al de ianuarius (enero), para así Tropas auxiliares facilitadas a las legiones romanas por los aliados


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