233 El vigia

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revista de aeronáutica y astronáutica / marzo 2020 memoria histórica del EA 233 Hace 95 años Héroes Quienes Melilla, marzo 1925 atentos, siguen la marcha, llena de heroísmo y abnegación, de los valientes aviadores en tierras marroquíes, saben apreciar lo que representa ese ir y venir de todos los días en busca de la muerte, ya que su acción ha de ser a larga distancia de su base, sin campos posibles donde poder reparar las averías que pudieran acontecer, y siempre volando por terrenos quebrados e inhóspitos. El aviador, más que nadie, es el que pasa las fatigas de la dura y agria vida de campaña y que, con su sola compañera, la muerte, caminan jugando la posesión de la vida, hasta que la suerte le es ingrata. Rara vez regresan a sus bases las águilas hispanas, sin traer sus cuerpos cuajados de heridas por el plomo rebelde y, sin embargo, no por ello decae el espíritu de ese bello plantel de jóvenes unidos de victoria. ¡Victoria!... entonan sus motores, dando paso a la civilización. ¡Victoria!… cantan sus ametralladoras en las barrancadas de las montañas, con su seco tableteo… Es hermoso ver un día de movimiento en esas inmensas llanuras que se llaman aeródromos. Hay mucha actividad en el campo de Tauima, pues se espera que el enemigo, que tiene asediada una posición guarnecida el vigía por jabatos hispanos, se apreste con furia a la lucha, para impedir la entrada del convoy… Ha empezado la triste jornada. Surcan los aires, con majestad divina, atronando el espacio con el ruido ensordecedor de sus potentes motores, los pájaros que se apuestan a la lucha… Desde los pronunciados repliegues del escabroso terreno reciben los aparatos un fuego que hiela la sangre. Mas ¿qué importa morir, si es por salvar a los hermanos sitiados? Sus cuerpos metálicos reciben numerosos impactos, rompiendo sus finos huesos; algunos, heridos en el mismo corazón, caen entre llamas para perderse para siempre. Mas ello no es obstáculo; los caballeros del aire, cual don Quijote en su esquelética cabalgadura, suben y bajan desafiando a la muerte, ya que tienen que batir al enemigo casi dentro de sus mismas guaridas. Por las barrancadas avanzan soldados en busca de sus hermanos sitiados. Ya los fanáticos rebeldes, maltrechos por el fuego que sobre ellos hicieron los caballeros del aire, dejan el campo cubierto de bajas y se declaran en franca huida, retrocediendo ante el empuje arrollador de las invictas legiones… Penetran en la posición las fuerzas de la columna, y los cuerpos de aquellos valientes, entre marciales toques de corneta, se confunden en un abrazo fraterno, en un abrazo que rememora y canta lo que es y fue la nación hispana. Termina la jornada; van regresando a sus nidos los pájaros metálicos, heridos por el cazador despiadado de la montaña. En los rostros de los jóvenes pilotos se vislumbra la alegría de la victoria alcanzada. Entre risas se comentan las incidencias del combate. Falta un alguien en la reunión; todos se miran con misteriosa interrogación… son los tenientes… aquellos que por la mañana, antes de empezar aquel combate tan duro, cuando los motores trepidaban levantando a su alrededor espesas columnas de rojizo polvo, discutían en animada charla los objetivos que les fueron asignados… y que allá, poco tiempo después de aquella charla, dejaron sus cuerpos, deshechos entre las afiladas peñas de la lejana sierra y, además, supieron dignamente morir en holocausto de la patria, dejando entre verdes laureles el nombre de la aviación española en tierras del Magreb. ¡Piedad… una oración sincera para los que aquí mueren! Sargento de Infantería Francisco Palacios Martos. Melilla 1925 (de Aérea). Cronología de la Aviación Militar española «Canario» Azaola Miembro del IHCA


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