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19 Los órdenes globales y regionales no son más que una forma de control del comportamiento de los Estados pequeños y medianos por las grandes potencias En este sentido, los órdenes globales y regionales no son más que una forma de control del comportamiento de los Estados pequeños y medianos por las grandes potencias para que se ajusten a los intereses de estas últimas; e incluso cuando las grandes potencias juzgan que sus intereses están en peligro, o bien ignoran las reglas que ellos mismos han impuesto a los demás, o las reinterpretan o incluso las reescriben. El resultado es que las instituciones internacionales de un determinado orden no son capaces por sí mismas de obligar a las potencias poderosas a obedecer las reglas (no necesariamente grandes potencias, con poseer el arma nuclear ya es suficiente para mantener a raya a los demás) cuando estas consideran que atentan contra sus intereses. Aun así, en el mundo actual, hiperconectado e interdependiente, se hace imprescindible una red de órdenes internacionales (globales y regionales) que faciliten y regulen de algún modo las múltiples relaciones internacionales (económicas, diplomáticas, militares, medioambientales, culturales, etc.), ya sean estas interestatales o no, puesto que pueden incluir actores no estatales relevantes que rebajen los costes de las interacciones, sean estas comerciales, diplomáticas o bélicas. Los órdenes de varios tipos y dimensiones (globales, regionales, ideológicos, religiosos…) suelen coexistir en una misma relación y seguir dinámicas de cooperación y competición o ambas simultáneamente. Así, durante la Guerra Fría se forjó un orden mundial bipolar en el que coexistieron dos órdenes mundiales enfrentados, el occidental (dominado por EE. UU.) y el comunista (dominado por la URSS). Junto a ellos también se formaron otros órdenes regionales, como la OTAN, la Comunidad Económica Europea, el Pacto de Varsovia, la Liga Árabe, la Unión de Estados Africanos, la asociación de Países no Alineados, etc. Sin embargo, la historia nos muestra que, a pesar del enfrentamiento entre los dos órdenes globales y algunos de los regionales, siempre existieron diferentes grados de cooperación en asuntos de interés mutuo (control de armamentos, comercio internacional, espacios marítimos, etc.) cuando los intereses de las grandes potencias no se vieron afectados. Tras el final de la Guerra Fría y la desaparición de la URSS, los EE. UU. se convirtieron en la gran superpotencia hegemónica, en lo que se denominó el momento unipolar Durante la Guerra Fría se forjó un orden mundial bipolar en el que coexistieron dos órdenes mundiales enfrentados, el occidental (dominado por EE. UU.) y el comunista (dominado por la URSS)


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