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5 evocador como el de Cannas. ¿Quién no ha oído hablar de una de las mayores derrotas sufridas jamás por las legiones romanas?... Incluso hoy día se estudia en las principales academias militares del mundo, tal fue su importancia en cuanto al desarrollo del arte de la guerra se refiere»2. Así es. El conocimiento que el general Aníbal tenía del enemigo, gracias a un magnífico servicio de información que hoy llamaríamos inteligencia militar, resultó fundamental en la aplastante victoria del ejército púnico sobre las muy superiores legiones romanas. Fueron los informadores y espías del cartaginés quienes le proporcionaron tácticas y costumbres del ejército romano. Por ejemplo, sabía de primera mano que Roma había lanzado contra él dos ejércitos consulares que sumaban, en total, una fuerza de 86 000 soldados. También llegó a su conocimiento la práctica romana de alternar los cónsules diariamente en el ejercicio del mando del ejército, y que esos cónsules eran Lucio Emilio Paulo y Cayo Terencio Varrón, dos hombres totalmente distintos en carácter. De ellos sabía que eran generales de reglamento (y que solo con el reglamento no le podían vencer)3. También era conocedor del temperamento de cada uno. Si Emilio Paulo era un hombre cauto que, según los historiadores Polibio y Tito Livio, estaba convencido de la necesidad de rehusar el combate directo, Varrón era impulsivo y vanidoso, por lo que no sería sorprendente que decidiera sacar el ejército a combatir el día que le correspondía el mando. Eso esperaba Aníbal y eso obtuvo, justo lo que necesitaba para ganar la contienda. No importó que fuera inferior en infantería, donde los romanos tenían mejor armamento e instrucción táctica (toda una fuerza cohesionada, preferentemente ofensiva, con un 80 % de infantes en el contingente), pues Aníbal sabía, gracias a sus informadores, que el objetivo principal consistía en detener el brutal empuje romano que se produciría en el centro del despliegue para tratar de romper el dispositivo cartaginés. Respecto al armamento de sus adversarios, los púnicos conocían que el arma de los romanos para el combate a corta distancia era la espada de hierro griega, de unos 70 cm de longitud, con punta y doble filo. Un instrumento que, para herir, debía descargar un golpe de arriba abajo, dejando al descubierto al legionario, quien podía ser herido en la parte inferior con la temible espada corta que portaban los hispanos. Y luego estaba la caballería romana, poco numerosa respecto a la cartaginesa, lo que le otorgaba una gran ventaja a los de Aníbal. Los jinetes romanos pertenecían a la orden ecuestre de los caballeros. Eran unos Ubicación de la Batalla de Cannas Minerva, diosa de la sabiduría, de las artes y la estrategia militar en la mitología romana


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