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67 VARIABLES CULTURALES: FACTOR CLAVE PARA LA ADAPTACIÓN MUTUA En los contextos occidentales de instrucción y adiestramiento, a los que los militares españoles están acostumbrados, las condiciones de la audiencia suelen ser más homogéneas. La edad de los miembros es similar, lo que aproxima a los sujetos en cuanto a los acontecimientos vitales que han atravesado en su pasado. El nivel educativo o la formación previa requerida para el ingreso en las Fuerzas Armadas unifica los conocimientos previos y asegura una serie de habilidades cognitivas (capacidad de análisis, asociación, clasificación, comparación, síntesis, deducción, etc.) que favorecen el aprendizaje. La concentración es un elemento que se trabaja y fortalece desde la educación infantil, de tal forma que los alumnos sean capaces de focalizar su atención, retener, comprender e interiorizar contenidos con relativa facilidad. Los sujetos acostumbrados a la escolarización son capaces de memorizar fácilmente nuevos contenidos y añadirlos al repertorio de habilidades que ya tenían. Factores afectivo-sociales como la actitud o la motivación suelen ser altos en la instrucción militar; el individuo tiene una actitud positiva hacia el aprendizaje, colabora, pregunta y se mantiene alerta porque es sobradamente consciente de la necesidad y utilidad de la formación. La organización jerárquica es sólida y está fuertemente consolidada en la Institución, de manera que los diferentes escalones de mando solo necesitan un pequeño lapso de tiempo para organizar a sus subordinados. Todos estos factores figuran en la concepción occidental de aprendizaje como condiciones inherentes en cualquier contexto de enseñanza aprendizaje y más, por sus especiales características y graves consecuencias en caso de una incorrecta utilización de los medios asignados, en la instrucción militar. Sin embargo, en la realidad a la que se enfrenta la Unidad de Instructores estas condiciones, ausentes en su mayoría, suponen que los patrones convencionales de adiestramiento no sean aplicables al desarrollo de la instrucción. La edad de los sujetos es variable, de tal forma que existen diferencias generacionales de hasta tres décadas. Así pues, los instructores se pueden encontrar ante sujetos con una dilatada experiencia en combate que han participado en ambas guerras del Golfo y que, a causa de ello, consideran que su nivel de adiestramiento es más que suficiente. Además, estos individuos en ocasiones arrastran secuelas derivadas de situaciones de combate o guerra: amputaciones, heridas de metralla, déficit de movilidad, alteraciones sensoriales que suponen pérdida de audición o de visión, estrés postraumático, etc., mientras que los individuos más jóvenes crecieron en un entorno en guerra en el que la escolarización y la cultura se encontraban comprometidas o denostadas por el panorama de inestabilidad en el que Iraq se encontraba inmerso, lo que ha generado carencias formativas de diverso grado en estas personas. En este entramado social, la vocación y motivación militar tampoco responde a los mismos criterios que en España. Debido a la precaria situación laboral, el ejército supone una garantía de ingresos y cierta estabilidad, por lo que los motivos de acceso a las fuerzas de seguridad suelen ser factores extrínsecos como la remuneración económica. RIESGOS DE LA FRUSTRACIÓN Los elementos descritos se entremezclan suponiendo una dificultad extra a la labor de instrucción y pueden ser el caldo de cultivo para el surgimiento de sentimientos de frustración en los instructores. Todos los ingredientes se encuentran presentes: una realidad que no cuadra con lo esperado, un ambiente climatológicamente hostil en el La capacidad de adaptación y la flexibilidad cognitiva de los instructores se convierten en una herramienta indispensable de cara a readaptar los objetivos de instrucción Instrucción nocturna para evitar las principales horas de calor


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