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7 dispositivo enemigo con el fin de destruir sus líneas y descomponer su defensa. Al mismo tiempo, la caballería púnica del flanco derecho lanzó a sus 4000 jinetes, al mando de Maharbal, contra el flanco izquierdo romano que, con 4500 hombres, aguantó como pudo la embestida. Los númidas mantenían clavados a los romanos con una serie de escaramuzas y ataques simulados, y Varrón no quiso lanzar una carga romana por miedo a que se tratara de una trampa de aquellos «malditos africanos». El flanco derecho romano huía en desbandada, pero el izquierdo aguantaba el ataque de la caballería de Aníbal mientras los infantes romanos hacían retroceder a los púnicos. Parecía, en principio, que la batalla se decantaba hacia el bando romano. Sin embargo, sus generales no supieron ver que la línea cartaginesa se abombaba pero no cedía, gracias a la resistencia hispana, que liberaba a la vez a la infantería libia. El dispositivo cartaginés lentamente pasaba de una línea de forma cóncava a una línea convexa que embolsaba al ejército romano. El mando nunca debe confiarse ni despreciar al contrincante. No existe rival pequeño La lógica nos haría pensar que los jinetes númidas de Asdrúbal, en persecución de la caballería romana, se lanzarían a una explotación del éxito. A la busca del botín, sin ningún tipo de control, como pensaban los generales romanos, quienes sentían un profundo desprecio por aquellos «salvajes» fruto de su absoluto desconocimiento. Pero en un momento determinado, y haciendo gala de una magnífica instrucción y control táctico de sus unidades, Asdrúbal, abandonando la persecución del enemigo, ordenó dar media vuelta a su caballería y atacar la retaguardia de las legiones, que ya se encontraban metidas en la bolsa que habían formado los infantes cartagineses. Aquella sensacional maniobra cerró el cerco y las legiones quedaron rodeadas. «Las unidades romanas conservaban su potencial militar casi intacto, pero habían dejado de ser una formación táctica para convertirse en una muchedumbre sin capacidad de reacción»4. Fue entonces cuando empezó la matanza. CONCLUSIONES FINALES Las cifras de bajas romanas fueron realmente escalofriantes. De los 86 000 legionarios tan solo sobrevivieron 36 000, de los cuales 10 000 fueron hechos prisioneros. El resto escapó al amparo de la noche, buscando la seguridad de las murallas de la ciudad de Roma. Es indudable que la información jugó un papel fundamental en el desenlace de una batalla en la que, en principio, los cartagineses tenían pocas probabilidades de victoria. Aprovecharon todos los


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