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TEMAS PROFESIONALES Llegado el momento, China tiene a punto la narrativa necesaria para, si fuese necesario, exigir a Rusia la devolución de amplias extensiones de Siberia, con el consiguiente quebranto de la soberanía y la economía rusas. No en vano, a ojos de Pekín el Tratado homónimo que en 1860 (13) implicó el traspaso de varios miles de kilómetros cuadrados al Imperio zarista fue firmado en unas condiciones tan evidentes de asimetría entre las partes que no tendría legitimidad alguna y se podría discutir, asimismo, en términos de estricta legalidad internacional. No en vano, en aquellos momentos China era prácticamente un failing state. La posibilidad de forzar una situación «a la Crimea», con referéndum incluido, no se contempla a corto plazo, pero se trata de un arma arrojadiza que constituye una fuerte hipoteca geopolítica para el Kremlin (una más), en la medida en que no se avizora solución por parte de Rusia. Parece que el único remedio sea la docilidad en relación con China, a sabiendas de que a largo plazo eso beneficiaría más a Pekín. La paradoja residiría en que en esta ocasión Rusia podría ser la víctima de una zona gris establecida por terceros en su contra. Ya lo recoge San Mateo en su Evangelio (cap. 25, vs. 51-52): «porque el que a hierro mata a hierro muere». A esto los posmodernos lo llaman karma, adaptando viejas lógicas budistas, pero según hemos visto los rusos no son posmodernos. En realidad, la rivalidad con China no se circunscribe a Siberia. Dejado de lado el Ártico, donde parecen tener intereses concomitantes, Kazajstán es otra pieza clave de la geopolítica mundial. El Gobierno de Pekín no puede permitirse perder el control de esa terminal de la Ruta de la Seda, en la que están algunos de los puertos secos más importantes del planeta, gracias precisamente a las inversiones chinas. Pero ya sabemos que ese Estado de Asia Central también es cortejado por Turquía, mientras que para Rusia es parte fundamental de su Near Abroad. Por el momento, las sinergias priman sobre las desavenencias, mientras en Astana se dejan querer por unos y otros, conscientes de que de ello depende su prosperidad. Ahora bien, el gran juego del siglo XXI se desplaza al este, no solamente hacia el mar de China, sino también tierra adentro. China no presionará sobre Siberia mientras Rusia no le ponga las cosas complicadas en Kazajstán: do ut es. Lo que parece evidente es que no estamos ante la familia perfecta, y no podemos olvidar que Rusia siempre ha tenido más carácter que inteligencia emocional. (13) Firmado como colofón de la Primera Guerra del Opio. A raíz de este Tratado, China perdió la región de Manchuria exterior, su acceso al mar del Japón y el control de las islas Sajalín. Por cierto, que Vladivostok, con su importante base naval, también está incluida (lógicamente) en el cupo. 2020 271


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