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Reflexiones necesarias TEMAS PROFESIONALES Son de sobra conocidos los dos grandes defectos que se están produciendo en la cumplimentación de los IPEC. Recordémoslos. El primero, que un calificado posea en grado máximo todas las cualidades a valorar, que otro las tenga en grado notable, que un tercero detente un grado normal y el cuarto un grado deficiente es algo incierto, porque podría significar que los calificadores no reflejan plenamente las muchas, distintas y variadas cualidades, habilidades, capacidades y forma de actuación profesional que hay que valorar de los subordinados. Y el segundo, que la gran mayoría de los IPEC están «superinflados », no porque estén la gran mayoría por encima del número 4 de los anteriores IPEC o de la letra E de los actuales (circunstancia que obedece a una lógica circunstancia: la connotación negativa que suponen esas valoraciones para nuestros subordinados, cuando somos conscientes de que en la mayoría de los casos no son personas negativas en ningún aspecto ni actúan de forma deficiente en ningún ámbito profesional), sino porque los hemos constreñido en lo más alto de la gradación, dejando muy poco margen para la discriminación. Pues bien, estoy plenamente convencido de que estos inmemoriales «pecados» están siendo causados por saber que en las evaluaciones se cuantifican las valoraciones del IPEC. Soy consciente de que a la vista de los preceptos contenidos en la legislación vigente, en la actualidad la valoración de elementos no cuantificables en las evaluaciones solo podría tener efectos reales en los casos de los ascensos por el sistema de elección (en los que no se encuentre establecida la obligación legal de mantener el orden de clasificación para el ascenso) y en el proceso de selección para el mando de unidades y de otros destinos de especial responsabilidad. Por ello, en tanto no se decida la modificación necesaria de las normas vigentes y, en consecuencia, se tengan que seguir produciendo la mayoría de los ascensos por un orden estricto de clasificación, deducido de los ordenamientos de los méritos cuantificados, debería tenerse en cuenta que, una vez producidos esos ascensos, no podrían ocupar determinados destinos del nuevo empleo aquellos que adolezcan de algunas de las capacidades y actitudes necesarias para desempeñarlos. Como también señalé en mi referido artículo sobre «Las capacidades de los miembros de la Armada», en las Fuerzas Armadas necesitamos oficiales generales con capacidad de decisión; comandantes de buque o unidad que sean auténticos líderes para los miembros de sus dotaciones; no necesitamos subordinados y jefes que no tengan confianza mutua; ni nadie que ascienda a un empleo superior, tras un proceso de evaluación, que no haya sido un modelo ejemplar para sus subordinados; ni que sigan ascendiendo a empleos superiores quienes en ocasiones se dedican a desmotivar, con sus actitudes y comportamientos negativos, a superiores, compañeros y subordinados… 2020 307


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