TEMAS PROFESIONALES
tenemos que hablar de las capacidades de mando y control, visto como
elemento de gobierno y decisión del sistema de armas autónomo o como nexo
de unión entre el propio sistema y su operador remoto en el caso de control
semiautónomo. En segundo lugar, las Reglas de Enfrentamiento (ROE),
entendidas como órdenes de mando que imponen restricciones al empleo de la
fuerza y que requieren de un entendimiento claro por quien debe tomar
la decisión de emplearla. Y por último, la capacidad de decidir, concepto ligado
al mando y control en los aspectos puramente técnicos, pero afectado de
lleno por las normas imperativas, la ética militar y las convicciones morales
de quien decide usar la fuerza.
Por tanto, en el empleo de la fuerza letal intervienen factores técnicos,
cognitivos y éticos. Teniendo en cuenta la evolución tecnológica actual, la
cuestión técnica probablemente no suponga una barrera para la obtención de
los sistemas de armas inteligentes. Pero, ¿serán capaces estas máquinas
de entender todas las situaciones particulares de un conflicto, aplicar la lógica,
reflexionar y humanizar sus decisiones? Dicho de otro modo, ¿podrán aplicar
por sí mismas el DIH y la ética militar y tener en cuenta además sus propios
principios morales?
Estas preguntas pueden llevarnos a la reflexión de que no solo sería necesario
establecer límites legales para el uso de armas inteligentes, sino también
morales. No bastaría solo con la capacidad de distinguir a los combatientes de
los que no lo son o la de determinar si los beneficios compensarían los daños
producidos, sino que deben tener consciencia del entorno en el que operan
para poder decidir si es necesario el empleo de la fuerza letal. Resulta difícil
prever qué nivel de autonomía llegarán a tener dichos sistemas, pero resulta
aún más incierto el nivel cognitivo que alcanzarán, y si serán capaces de aplicar
por sí mismos los principios morales y éticos hasta ahora reservados solo a
las personas.
Por otro lado, no cabe duda de que la aplicación de la tecnología a los
elementos de guerra ha conducido al desarrollo de armas cada vez más precisas
y que en teoría ayudan a reducir los daños colaterales, produciendo menos
bajas entre el personal no combatiente. Además, el empleo de vehículos
controlados remotamente evita la exposición de los pilotos y, por tanto, reduce
los efectos de la guerra en términos cualitativos y cuantitativos para quienes
los emplean. Sin embargo, llevando estos avances al extremo de la automatización
se podría llegar a un enfrentamiento de máquina contra máquina,
deshumanizando la guerra, dándole poco valor por el bajo coste que supondría
en vidas humanas y sembrando además serias dudas en cuanto a la determinación
de la responsabilidad de los actos.
Actualmente son varios los países que están investigando en la aplicación
de la inteligencia artificial a los sistemas de armas para hacerlos autónomos,
mientras la comunidad internacional muestra su preocupación por las graves
consecuencias que ello podría acarrear. Esta situación ha dado lugar al inicio
458 Abril