revista de aeronáutica y astronáutica / abril-mayo 2020
el Ejército del Aire ante el COVID-19 341
descuidar un solo instante nuestras
misiones habituales.
Que incluso en unos momentos
de crisis como los actuales hay
quienes no cejan en su afán diario
de contribuir a la seguridad de una
sociedad tan compleja como la
nuestra.
Ya sea vigilando nuestras
costas, nuestros cielos o nuestras
infraestructuras críticas y nuestras
redes de telecomunicaciones,
centenares de personas prestan
servicio 24 horas los 365 días
del año para que los demás
podamos centrarnos en atender
a las prioridades que nuestro país
necesita.
Nuestras tripulaciones y
controladores están redoblando
esfuerzos para operar con
seguridad y compatibilizar la
adecuada defensa aérea con la
coordinación civil-militar que
garanticen la disponibilidad del
espacio aéreo, recurso crítico tan
necesario en estos días para que
nos lleguen los recursos sanitarios
que tanto precisamos.
Bomberos, mecánicos, personal
de automoción, hostelería,
infraestructuras, sanitarios y demás
personal de apoyo son la sangre
que da vida y mantiene operativas
nuestras bases y aeródromos desde
los que operamos.
No hay que olvidar al personal
administrativo, quienes anclados
a sus teclados nos permiten
obtener y gestionar los recursos
necesarios para operar. Otro tanto
ocurre con el personal técnico,
que sostiene la, más necesaria
que nunca, infraestructura de
telecomunicaciones, recurso crítico
en unos momentos en que se
impone el trabajo a distancia.
Por tanto, y dada la complejidad
de los escenarios en que debía
prestar servicio, el Ejército del Aire
ha ido adaptando su estructura, sus
medios y sus misiones, lo que le ha
permitido incorporarse de forma