Joramshar, tomada durante el avance
de las tropas iraquíes. Behnam Mohammadi,
con el pretexto de buscar
a su madre, informaba a los defensores
de la ciudad de la localización de
las tropas iraquíes. Finalmente perdió
la vida tras un ataque con morteros
sobre la calle Arash, en la que
el niño se encontraba. Un testamento
cuya autoría se atribuyó a Behnam
Mohammadi recogía, de manera muy
oportuna para la propaganda gubernamental:
«Yo quiero decir en este
testamento que espero cada momento
el martirio… Pido a los niños que no
dejen solo al imán y no se olviden de
Alá. Y se apoyen en Alá. Padres, hagan
crecer a sus hijos para la lucha, el Yihad
en el camino de Alá».
Otro ejemplo, este de mayor alcance
si cabe, fue el del joven Mohammad
Husein Fahmideh, que también contaba
con 13 años de edad. Integrado
en las milicias Basij, abandonó el domicilio
18 / Revista Ejército n.º 949 • mayo 2020
familiar en Qom y se dirigió a
la batalla de Joramshar. Allí vio cómo
su compañero de trinchera, otro menor
llamado Mohammad Reza Shams,
resultaba herido y que los tanques
iraquíes avanzaban inexorablemente.
Según se cuenta, decidió atar varias
granadas a su cintura y, con otra en la
mano, fue hacia los carros de combate
iraquíes. Pese a las heridas recibidas,
no cejó en su empeño e hizo detonar
su carga situándose al lado de
un tanque iraquí, lo que causó la destrucción
de este y provocó la huida
de los iraquíes al pensar que estaban
siendo atacados.
Fuese o no cierta la historia en todos
sus términos, la figura de Mohammad
Husein Fahmideh y su ejemplo fueron
profusamente empleados por el Gobierno
de Teherán, que llegó a nombrar
la fecha de su martirio, el 29 de
octubre, como Día de los jóvenes y de
los estudiantes del Basij. Su figura fue
repetidamente ensalzada incluso por
el ayatolá Jomeini, quien afirmó en un
comunicado con ocasión del segundo
aniversario de la revolución islámica:
«Nuestro líder es aquel chico de 13
años de edad cuyo pequeño corazón
y gran valor es más grande que los
cientos de escritos y dichos sobre él.
Se arrojó debajo del tanque del enemigo
con una granada en la mano, la
detonó y por lo tanto bebió el néctar
del martirio».
El Basij tambien contaba con una
sección específica para mujeres. Estas
mujeres participaron en diversas
actividades durante el conflicto con
Irak, entre las que se incluían tareas
de logística, propaganda, inteligencia
y también acciones de guerra.
Estas combatientes, inspiradas también
por un fuerte sentimiento religioso,
seguían el ejemplo histórico
de Hazrat Zeinab, hermana del imán
Hussein, vástago de Fátima y Alí, hija
y primo de Mahoma respectivamente.
A Hazrat Zeinab se le atribuye una
participación activa en la batalla de
Kerbala (680 d. C.), jornada durante
la cual el imán Hussein alcanzó el
martirio. En el trascurso de la guerra,
muchas de estas mujeres, en torno a
7000, perdieron la vida.
Años después el propio Jomeini se vio
obligado, en sus propias palabras, a
apurar «el cáliz de veneno» que supuso
autorizar al presidente Ali Jameni
para que en el año 1988 aceptase los
términos de la resolución 598 de las
Organización de las Naciones Unidas,
que instaba a una suspensión de las
hostilidades.
Se había interrumpido un conflicto
que tuvo un elevadísimo coste, tanto
material como en vidas de combatientes
y de civiles de los dos bandos.
Las bajas mortales se cuantificaron
en cientos de miles e Irán fue quien se
llevó la peor parte.
La guerra también hizo desvanecerse
las ilusiones de los líderes de ambos
países. Sadam Husein no vio la
esperada imagen de los habitantes
arabófonos de las provincias iraníes
de Juzestán y Lorestán recibiendo
con júbilo a los soldados iraquíes, lo
que sería la antesala de que Irak se
Mural en el que se ve la efigie del joven mártir iraní
Mohammad Husein Fahmideh, en unión de la del ayatolá Jomeini