y de Paracaidistas y el Regimiento de Defensa
NBQ.
Para el traslado de pacientes contaban
con nueve autobuses cedidos por
la Empresa Municipal de Transportes de
Madrid y la compañía Alsa. «Sectorizamos
cada vehículo en dos áreas: una
limpia en la parte delantera, a modo de
burbuja para el conductor y el personal
de seguridad, y otra detrás, la de los pacientes,
donde tratamos de conseguir
un ambiente lo más aséptico posible»,
señala el capitán Lucio Blancas, jefe de
la compañía de Intervención Medioambiental
y Descontaminación del GIETMA.
Al autobús se sumaba un vehículo de escolta
de policía militar de la Guardia Real
y una ambulancia del SUMMA u otra de
soporte vital avanzado de la UME. A finales
de marzo trasladaban entre 20 y 30
pacientes al día. Sin embargo, a mediados
de abril la media era de solo dos enfermos,
por lo que los autobuses fueron
sustituidos por furgonetas.
«Esta ha sido la actividad con un mayor
riesgo de contagio para nosotros»,
asegura el teniente coronel Núñez. «Hemos
tocado y abrazado a los enfermos,
les hemos ayudado a subir y bajar de los
vehículos, porque estaban muy débiles.
Teníamos que hacerlo».
En el transporte de los cadáveres a
los depósitos intermedios, los militares
han trabajado con el máximo respeto
hacia los fallecidos «durante jornadas
muy largas e intensas, sin descanso,
para conseguir que los familiares pudieran
recibir lo antes posible el cuerpo de
sus seres queridos». Lo dice el sargento
primero Cano de la Brigada Guadarrama
XII, jefe de uno de los seis equipos de enferetración
creados por el Ejército de Tierra
para apoyar a la UME en esta labor.
«Se elaboraron procedimientos muy
seguros y muy respetuosos con los fallecidos
para su traslado en condiciones de
bioseguridad», recuerda el jefe del GIETMA.
«Recibíamos los cuerpos envueltos
en una mortaja ya sellada en la morgue
de los hospitales», relata el sargento primero
Cano quien, como jefe del equipo,
debía verificar la identidad de la víctima
y el certificado de defunción, así como
supervisar las operaciones de enferetrado.
«Dos soldados se encargaban de
introducir los cuerpos en un sudario intermedio
y, después, en el ataúd, mientras
La ministra de Defensa, la presidenta de la Comunidad de Madrid y el alcalde de la capital
presidieron la ceremonia.
No han estado solos
Homenaje a los fallecidos en el cierre del Palacio de Hielo
CON un emocionado discurso, la ministra de Defensa, Margarita Robles,
daba por cerrado el 22 de abril el depósito intermedio habilitado en el Palacio
de Hielo de Madrid. Robles quiso dedicar unas palabras a las familias de
los fallecidos. «Lo único que puedo decir, ya sé que no es un consuelo, es que
quienes han estado en este palacio, estos hombres y mujeres que han fallecido,
no han estado solos. No les hemos podido salvar la vida pero que sepan
que, por parte de nuestras Fuerzas Armadas, de la UME, del Ejército de Tierra,
siempre han estado con ellos», dijo la ministra a las familias, que no pudieron
despedirse de sus seres queridos, ya que eran enviados a la morgue directamente
desde los hospitales.
«No les han dejado solos ni un minuto; como nos decían los mandos, son
nuestros soldados, nunca les dejaremos solos, nunca los vamos a dejar atrás.
En todo momento han estado con ellos, acompañándoles, velando por su dignidad,
por su respeto, orando cuando sabían que eran personas creyentes, es lo
único que hemos podido hacer y lo hemos hecho de corazón», dijo la ministra,
a la que acompañaban en el acto la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz
Ayuso y el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida.
La ceremonia puso fin al uso de la pista de hielo como depósito intermedio,
función para la que también se habilitó el palacio de Hielo de Majadahonda,
clausurado la semana anterior, y el Instituto de Medicina Legal. Durante las peores
semanas del coronavirus, entre los tres recintos recibieron 1.897 féretros, la
mayor parte, 1.146, en el Palacio de Hielo de Madrid (informa Efe).
que un tercero realizaba la desinfección
de las bolsas y del féretro, por dentro y
por fuera, antes de ser sellado». Los
equipos de transporte se encargaban de
trasladarlos hasta el Palacio de Hielo de
Madrid y el de Majadahonda y al Instituto
de Medicina Legal. Los féretros se cargaban
solo de cuatro en cuatro, de manera
respetuosa, sin hacinarse en las furgonetas,
aunque de esta manera los viajes se
multiplicaran por tres.
Las órdenes procedentes del Mando
de Operaciones siguen llegando hasta
los centros de mando y control de Tierra,
Armada, Aire y de la UME, pero «con un
perfil más bajo de participación, porque
la situación en los hospitales ya es menos
estresante», explica el teniente general
Palacios. Después de casi dos meses de
misión y más de 18.000 apoyos realizados,
la operación Balmis ha respondido a
las expectativas, «debido, precisamente,
a la estructura operativa de las Fuerzas
Armadas». «Una estructura ágil y flexible
que ha permitido disponer de una
adecuada capacidad de reacción para
hacer frente a la pandemia», destaca el
teniente general Simón.
José Luis Expósito
Fotos: Pepe Díaz
Mayo 2020 Revista Española de Defensa 23
UME