154 GABRIEL PITA DA VEIGA y JOAQUÍN PITA DA VEIGA
documentadas, lo que no varía en absoluto ni el orden ni la posición de los
protagonistas en la captura.
Separándose de otras fuentes afirma que el prisionero fue llevado inmediatamente
al monasterio de Santo Domingo, donde supone ocurridas
algunas escenas que narra con detalles, entre ellas, un desbordamiento
de gratitud del augusto prisionero hacia su persona con el remate de un
abrazo, poco protocolario, desde luego, y tal vez grotesco, dada la distancia
jerárquica que mediaba entre abrazante y abrazado35.
Cierto es que Pita da Veiga dice que lo llevaron al monasterio de
Santo Domingo, cuando el verdadero nombre era San Pablo. Pero nada dice
de que los acontecimientos posteriores se diesen en ese mismo lugar. Es
evidente que, por ese error o desconocimiento que se da en otras crónicas,
no debe descartarse todo su contenido. Y en cuanto al abrazo tan grotesco
que dice que le dio el rey cuando Alonso Pita da Veiga le pide que recuerde
que le salvó la vida y le muestra la manopla y la banda de brocado, dice: y
echándome los braços al cuello. Lejos nos parece este gesto del abrazo. Y
no es lo mismo echar los brazos al cuello del rey que el rey te los eche a ti.
Pita da Veiga finaliza su relato diciendo: Y otro día sábado que fue a
XXV del dicho mes estando el Rey y Borbón y el marqués del gasto y otros
señores entre yo y mis conpañeros y mostré al Rey la manopla que le tomara
y la vanda de brocado con el cruçifixo y él dixo que aquella era su manopla
y aquella banda con el crocifixo de la vera cruz avia sido de carlomagno y el
primero don que le avia dado en françia quando le hizieron Rey de françia
avia sido aquel cruçifixo de la vitoria y el viso Rey le pesó de aver oydo estas
palabras porque él dezía que él lo avía prendido/ y el viso Rey me dixo que me
saliese fuera e yo dixe al Re que su magestad se acordase que yo era el que el
día pasado le avía salbado la vida y el dixo delante el viso rey y los otros señores
que estaban al presente que yo era el que le avía salbado la vida una vez y
echándome los braços al cuello dixo que prometía su fee de darme con que yo
pudiese vibir siete vidas y tan bien conplió lo que me prometió como al enperador
nuestro señor lo que con el capítulo36. En el texto podemos leer el nombre
de varios testigos, algunos de ellos protagonistas de un gesto poco honroso que
Alonso Pita da Veiga no omite, incluyendo el del rey que incumple su palabra.
Pero, vista la conclusión de Arocena donde toma por más cierta y veraz
la crónica de Oznaya, crónica de la que hemos demostrado sus errores,
35 AROCENA ARREGUI, Fausto: op.cit.
36 España. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Archivo Histórico de la Nobleza,
OSUNA, C. 2993.
Revista de Historia Militar, 127 (2020), pp. 154-192. ISSN: 0482-5748