228 ANTONIO PRIETO BARRIO
vientos desfavorables. Este suceso no ha sido divulgado, pero consta en los
archivos y en mi hoja de servicios».
«A mi llegada a Nuevitas, el General Salcedo, enterado por mí, heliográficamente
de lo ocurrido en La Habana y de la próxima rendición de
Santiago de Cuba, supuso que los americanos marcharían sobre las tropas
del Camagüey y desembarcarían en Nuevitas, que tomarían sin dificultad,
por estar indefensa para los ataques marítimos. En vista de ello me ordenó
que me quedase en este puerto, a las órdenes del Coronel de Infantería
Saro, que era su Gobernador Militar, con objeto de evacuarla rápidamente
… Durante esa evacuación realicé los servicios siguientes. Enviamos por
ferrocarril a Puerto Príncipe tres batallones y otros servicios. Destruimos
los fortines de madera que rodeaban la plaza por la parte terrestre. Retiramos
los puestos de Heliografía que a lo largo de los cayos constituían el
principal enlace con La Habana y podían quedar aislados. Previa consulta
al general Salcedo, con el que yo tenía siempre comunicación diaria directa
heliográfica o telegráfica cifrada, evacuamos hacia La Habana, cerca de
200 enfermos y heridos graves que había en los hospitales de Puerto Príncipe
y Nuevitas; para ello tuve que requisar y habilitar las bodegas de tres
goletas pintándolas en sus costados la Cruz Roja, confiando en que serían
respetadas por los americanos (a pesar del acuerdo, en tiempo de paz, de
que los barcos debían figurar ya en ese tiempo como pertenecientes a esa
institución) así ocurrió».
«Dadas las características especiales de esta guerra, tanto en su
parte contra los insurrectos cubanos, como en las sostenidas contra los
norteamericanos, no adquirí, con mi trabajo, enseñanzas de orden técnico
militar, utilizables posteriormente … La derrota que sufrimos en
Cuba, quebrantó hondamente mi espíritu militar y después sufrí grandes
desengaños respecto a la injusticia con que se apreciaron mis servicios,
porque, a pesar de que me consideré suficientemente recompensados por
mis trabajos durante los combates contra los insurrectos, que he mencionado;
como el juicio de votación que me fue concedido, quedó archivado
al llegar a España, y no merecieron recompensas mis últimos servicios
prestados durante la guerra americana, ni la mereció ninguno de mis colaboradores
de los ejércitos de tierra y mar, mi desencanto fue enorme
… Tengo fundadas sospechas de que la indiferencia con que en España
fueron apreciados mis servicios, era debido a la sorda campaña que el
Cuerpo de Estado Mayor, de la antigua procedencia, desarrolló con los
de la nueva, procedencia que naturalmente, en este caso, alcanzó a mis
colaboradores».
Revista de Historia Militar, 127 (2020), pp. 228-232. ISSN: 0482-5748