13 DE ABRIL DE 1922: DEFENSA DEL BLOKAO MISKRELA Nº 1 43
No necesito auxilio alguno y me encuentro contento de tener ocasión de
demostrar el valor de nuestros cazadores.
El destacamento logró resistir los ataques de los indígenas durante
seis horas. La llegada de la columna del comandante Sarthou a la población
resolvió la situación y el joven oficial sería recompensado con la Cruz de
María Cristina de 1ª clase por su determinación. El otro caso fue protagonizado
por el suboficial legionario Bartolomé Munar Munar en la arrojada
defensa de la avanzadilla de Kala Bajo el 17 de septiembre de 1924. Tras
abastecer la posición al frente de un grupo de legionarios cargando mochilas
de agua, cuando fue precisa su colaboración en la defensa de la avanzadilla,
con tan solo dos legionarios, uno de ellos herido, resistió las acometidas del
enemigo impidiendo su entrada en el recinto.
Ciñéndonos a las especiales circunstancias de este caso de Miskrela
en el que sus defensores, todos, fueron recompensados con una condecoración
de prestigio, la Medalla militar, encontramos antecedentes, aunque
haya que remontarse unos cuantos años y tengamos que desplazarnos de
nuevo a Ultramar, a la isla de Cuba cuando todavía, a pesar de la guerra, era
una parte de España: la defensa de la torre óptica de Colón el 20 de febrero
de 1871. Se trataba de una estructura defensiva de madera dotada de un
heliógrafo ubicada sobre la elevación de Pinto, a cuatro leguas de Puerto
Príncipe. Su guarnición, que dirigía el alférez Cesáreo Sánchez estaba formada
por el sargento José Garabito, tres cabos, un corneta y 21 soldados del
Batallón de Chiclana, además de tres civiles. Al amanecer de aquel día, unos
500 insurrectos atacaron la instalación pero, a pesar del elevado número de
atacantes, los defensores no se dejaron amedrentar. Las certeras descargas
de los fusiles españoles causaron sensibles bajas en las líneas enemigas. Aun
así, los insurrectos alcanzaron el foso defensivo intentando llegar hasta la
misma estructura de madera con intención de incendiarla. Dada la proximidad
de atacantes y defensores, los rebeldes eran rechazados a punta de bayoneta,
pero en el combate también los españoles sufrieron bajas, entre estas
la del alférez Sánchez, que resultó herido en una pierna. Cuando la situación
estaba más comprometida, el corneta Garrido Andreu se ofreció voluntario
para atravesar las líneas enemigas e ir a buscar auxilio en un puesto cercano.
En aquellos momentos tan críticos, los defensores se conjuraron decidiendo
morir todos abrasados antes que rendirse. Pero no desfallecieron en la
defensa y, finalmente, los adversarios decidieron parar el ataque y retirarse
llevándose con ellos a sus heridos y muertos. En la guarnición española el
balance de bajas fue de cuatro muertos de tropa y heridos el oficial, doce de
tropa y un paisano.
Revista de Historia Militar, 127 (2020), pp. 43-82. ISSN: 0482-5748