Entre las múltiples ideas que el documento señala me gustaría
aludir a dos que, además, son complementarias. Una es la
necesidad de adecuar profundamente las futuras capacidades
de Defensa a un escenario de seguridad multiforme en el que
la seguridad humana, con todo lo que engloba, va a ser el nuevo
centro. Una seguridad humana que se va a engarzar en los
conceptos de seguridad y defensa de todos los países. Esto nos
lleva a hacer nuestros deberes, a tener que movernos de nuestra
zona de confort. El planeamiento clásico... Habrá cosas que
sigan vigentes y cosas que tengamos que cambiar. Ya no es solo
el deseo de tener lo más avanzado, sino de buscar lo que es realmente
útil para la protección de nuestros ciudadanos.
Y, por otro lado, está la necesidad de trabajar en la recuperación
en dos planos: el nacional y el europeo. Debemos encontrar
un equilibrio entre un nicho industrial —no diría industrial
de defensa, sino industrial nacional, parte de un potencial tecnológico
amplio— que permita un cierto nivel de suficiencia. Y, a
la vez, la integración de cadenas europeas,
que es el único método para
tener una verdadera garantía de resistir
primeros envites. En Europa reside una
verdadera garantía de suministro, de
autosuficiencia propia y compartida.
Sin menoscabar a nuestro gran aliado
del otro lado del Atlántico, pues un multilateralismo
eficaz no será posible sin
puentes.
Tenemos que reforzar esos puentes.
No se trata de administraciones,
se trata de ciudadanos, de países, de
Tercio de Armada
historia, de lazos, de alianzas. Se trata de tener una visión amplia.
En primer lugar, nacional, europea, y, luego, una visión y compromiso
creciente también en el entorno de la Alianza Atlántica.
Además, como suelo repetir, para construir ese planeta más
global hay que irradiar generosidad hacia los que hoy acusamos
de ser provocadores de la desinformación y de una competencia
desusada. No se trata de pecar de inocentes. La mayoría de las
fake news se originan en nuestras propias sociedades. Apenas
un 10 por 100 tienen relación con potencias extranjeras.
Sin esos pasos, la Unión Europea no va a conseguir ser el
ancla, el enclave de estabilidad que nosotros necesitamos y que
el mundo necesita. Porque solo la Unión Europea tiene el músculo
suficiente para poner en conjunción los instrumentos muy amplios
que se requieren, incluido el suficiente músculo financiero.
Confío mucho en el sorprendente ADN europeo que, básicamente,
se resume en una exasperante
lentitud en la toma de decisiones (que suele
requerir, al menos, pasar toda la noche para
tomarlas), pero luego, a la vez, una admirable
capacidad de abrir caminos novedosos
sobre los que Europa nunca retrocede.
Una buena prueba de ello es la expresión
de voluntad de que la Defensa Europea
tiene todo el sentido, recogida en la
carta que las cuatro ministras de Defensa
de España, Francia, Alemania e Italia han
dirigido al Alto Representante y a todos sus
colegas europeos.
La seguridad
humana va a ser
el nuevo centro
en los conceptos
de defensa de
todos los países
Julio/Agosto 2020 Revista Española de Defensa 15