Interior de la Estación de Control en Tierra, la cabina de vuelo del NR.05, en la que trabajan juntos el piloto y el operador de sensores
—izquierda y derecha, respectivamente— gestionando un gran flujo de información presentada en sus pantallas.
ma de 230 nudos. «Sin embargo, cuando
realizamos vuelos en espera ISR lo hacemos
entre los 95 y los 115», concreta
el comandante Andrés Bello, jefe del 233
Escuadrón y piloto de la aeronave. «En
una misión de reconocimiento, vigilancia
e inteligencia lo importante es lo que
tienes que ver y, cuanto más tiempo estemos
en órbita sobre el objetivo y más
cerca, mejores imágenes podremos obtener
», razona.
A estas capacidades se suman las
que ofrecen los sistemas de adquisición
del Predator: el módulo MTS-B o
Multi-spectral Targerin System alojado
bajo su morro. Denominado coloquialmente
«bola» por los miembros de la
unidad, «contiene tres sensores, uno
de infrarrojos y dos electroópticos, uno
una unidad «dedicada exclusivamente
a labores de reconocimiento táctico»,
matiza.
Estos cazas operaban a muy baja cota
y a velocidad de vértigo —tratando de
evitar a la artillería antiaérea— para designar
objetivos o evaluar daños tras un
ataque. Durante una sola misión impresionaban
hasta 100 metros de película
que debía ser revelada y positivada para
su análisis después del aterrizaje. El Predator
B también está preparado para designar
objetivos y evaluar daños, pero a
diferencia de aquellos, este RPAS interpreta
las imágenes que toma en tiempo
real volando a velocidades bajas, propias
de un avión de hélice. De hecho, su diseño
y construcción responde al concepto
de motovelero, con una velocidad máxide
ellos de alta sensibilidad lumínica
con lo que podemos ver cualquier luz
encendida dentro de una casa» destaca
el sargento primero Javier Fraile, también
operador de sensores del avión.
Las imágenes ópticas e infrarrojas pueden,
además, solaparse o fusionarse en
una sola, «de tal manera que podemos
ver de qué color es un coche y el grado
de actividad de su motor, si está más o
menos caliente», explica. A los sensores
del globo ocular, se añade el radar
de apertura sintética, optimizado para
el seguimiento de objetivos en movimiento.
«El resto de RPAS de las Fuerzas
Armadas no tienen la capacidad de
operar en un amplio espectro visible,
infrarrojo y radar, de día y de noche»,
destaca el comandante Bello.
La plataforma aérea del MQ-9 Predator vuela
prácticamente a diario durante una media de seis horas
30 Revista Española de Defensa Octubre 2020