La psicología militar en la prevención de salud mental durante la pandemia por SARS-Cov-2
Sanid. mil. 2020; 76 (2) 123
militares. No se disponen datos concretos de estas actuaciones,
por lo que se han estimado para poder ofrecer una cantidad total
del conjunto de actuaciones e intervenciones realizadas por la
psicología militar española en el estado de alarma.
De manera estimada, se puede decir que la psicología militar
realizó al menos 15.000 actuaciones pero no todas se concretaron
en intervenciones psicológicas y cerca de la mitad no se pudieron
contabilizar formalmente. De las que se registraron, se sabe que
alrededor de 3.200 (40% de 8.000) personas recibieron algún tipo
de intervención psicológica. Unas 1.050 (13%) la recibieron de
forma individualizada y otras 2.120 (27%) de forma grupal como
parte de su entrenamiento habitual por ser intervinientes. Por tan-to,
hubo aproximadamente 4.830 (60%) personas que no requirie-ron
ninguna intervención. Para calcular el porcentaje de personas
atendidas de manera individual en formato tipo PAP hay que eli-minar
a los intervinientes, lo que hace un total de 5.880 personas
(en su mayoría población civil), de las que 1.040 (18%) requirieron
apoyo psicológico y 4.840 (82%) no. Las guías y la cartelería de
concienciación no se han contabilizado como actuaciones.
CONCLUSIONES
La literatura científica viene mostrando que los desastres y
emergencias tienen un impacto negativo en la salud mental de la
población general, de los intervinientes y de las víctimas direc-tas
-mismo resultado que ya se ha observado en la emergencia
por Covid-19-. Por ello, era esencial preservar la salud mental
de las personas y desarrollar intervenciones psicológicas que pu-dieran
amortiguar el impacto psicológico generado por el virus
y por las medidas adoptadas para su contención. La psicología
militar, por tanto, ha formado parte de un amplio sistema de
servicios combinados de salud mental y de apoyo psicosocial
generados para la pandemia a nivel nacional. Del total de ac-tuaciones
individuales realizadas, aproximadamente el 82% no
requirió intervención y el 18% si lo requirió. La mayoría de estas
intervenciones se han situado en el tercer nivel de la IASC26, en
las que se observaron síntomas de mala salud mental pero tam-bién
patrones de resiliencia bien establecidos. Estos datos sugie-ren
que la población atendida tiene mecanismos para soportar
las peores situaciones, tal y como ha demostrado la teoría de la
resiliencia38-39 o estudios recientes que señalan que las estrategias
de afrontamiento61,70,75 o el compromiso social75 disminuyen el
impacto de la epidemia por Covid-19 en la salud mental.
Según la literatura científica, el impacto psicológico de esta
emergencia afecta de diferente manera a las personas dependien-do
de: El género (mujer); la edad (mayores de 60); el nivel de
estudios (estudios superiores); el grupo de pertenencia (pobla-ción
general, interviniente y víctima directa); si hubo exposición
a ambientes con Covid-19; si se tuvo la percepción de riesgo a
morir uno o un familiar; si presenta secuelas por Covid-19; no
disponer de medios de protección; si hay problemas económicos;
si no se tiene trabajo; si tenía que trabajar fuera de casa; no dis-poner
de equipos de protección; no contar con suficiente espacio
en la vivienda; si se percibe un impacto negativo en la economía;
convivir con personas contagiadas; tener mala salud; estar muy
expuesto a redes sociales o a medios de comunicación. Mientras
que, entre los factores de resiliencia se encuentran las estrategias
de afrontamiento, practicar deporte, el compromiso social, vivir
con más de dos personas, estar informado sobre la pandemia y
las medidas de protección.
Se observan muchos estudios de tipo descriptivo o predictivo
que relacionan la mala salud mental con variables sociodemo-gráficas,
pero muy pocos que incluyan variables de resiliencia
psicosocial y ninguno de salud mental positiva, bienestar, sa-tisfacción
o crecimiento postraumático. Por otra parte, llama la
atención que, siendo la variable género (mujer) tan evidenciada
en la literatura científica, no se haya profundizado en el origen
de esta peor salud mental de las mujeres, frente a los hombres,
en las emergencias.
De cara a futuras emergencias, sería necesario contar con
un registro de actuaciones e intervenciones realizadas por todos
los psicólogos militares ya que, al no tenerlo, miles de estas ac-tuaciones
e intervenciones no se han contabilizando ni se han
podido, por tanto, analizar. Este conocimiento beneficiaría a los
componentes de la especialidad fundamental de psicología, a la
sanidad militar, al conjunto de las Fuerzas Armadas, a la psi-cología
civil y al interés general. Así mismo, se plantea diseñar
una recogida de datos para próximas actuaciones e intervencio-nes,
de cara a analizar el impacto de las emergencias en la salud
mental de la población atendida, así como de las intervenciones
realizadas. Se destaca la necesidad de incluir factores de género
y resiliencia en próximos estudios, así como de realizar estudios
controlados sobre la eficacia de los PAP.
Hay que destacar que, pese a que cuatro de cada cinco per-sonas
no requirieron apoyo psicológico, prácticamente todas las
personas atendidas agradecieron, muy afectuosamente, el esfuer-zo
que el personal de las Fuerzas Armadas estaba realizando
para apoyar a la población, lo cual les generaba, en sí mismo, una
sensación reconfortante y una mayor percepción de seguridad.
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