ALFREDO CHAMORRO ESTEBAN
Ese año de 1731, la galera Santa Teresa sufrió un temporal a la altura de
Palamós, logrando llegar al puerto de Barcelona en muy malas condiciones.
Entonces el superintendente Marimón envió al maestro José Verde y a sus
compañeros a evaluar los desperfectos de la galera. Por otro lado, el coman-dante
de la escuadra de España, don Miguel Reggio, aconsejaba que se utiliza-se
madera de roble para las crujías de las galeras, en lugar de madera de pino
melis de los montes de Tortosa, como se venía haciendo tradicionalmente,
porque en todas las atarazanas extranjeras así se hacía. Por eso, el superinten-dente
de las atarazanas, cumpliendo las órdenes del comisario general de
Cruzada, don Juan de Camargo, envió al maestro mayor de galeras, Juan
Verde, junto con el maestro de popas Carlos Llopart, para inspeccionar los
bosques en busca de robles adecuados a los montes del Montseny, reserva
habitual de madera para las atarazanas78. Así que, por el mal estado de la Santa
Teresa, que recordemos era un buque relativamente nuevo, se ordenó la cons-trucción
de dos buques más, que ahora deberían llevar la crujía hecha con
piezas de roble y no de pino.
No obstante, como le ocurrió a su padre, José Verde también vio su traba-jo
cuestionado por los oficiales de las galeras. En 1732 se ordenó la construc-ción
de un buque para galera capitana y otro para galera sencilla. Sin embar-go,
el teniente general de las galeras de España, don Miguel Reggio, creyó
conveniente que Jerónimo Errante y Juan Bautista Bolarín, respectivamente
maestros de aja de las galeras capitana y patrona de España, asistiesen a los
trabajos de construcción junto al maestro mayor de galeras y el resto de la
maestranza, pues por «haber concurrido en Génova a la construcción y varo
de la San Genaro, están bien enterados de las proporciones y modo de ajustar
las piezas, lo que se ejecuta en Italia con mucha perfección»79. Claro está,
esto era un varapalo para el trabajo de José Verde y de las atarazanas de
Barcelona. El superintendente Marimón salió en defensa de su astillero y de
sus trabajadores:
«El maestro mayor, con asistencia de los maestros entretenidos de la fábrica,
perfeccionó los gálibos bajo los cuales se empezó la construcción de los dos
buques de galera Capitana y sencilla a primeros del mes de agosto próximo pasa-do,
en cuya obra no parece que puedan los que expresa el Sr. Miquel Reggio
censurar lo hecho porque como sabe Su Excelencia no tienen práctica fundamental
de construcción sino del trabajo que se hace entre año en los aconchos de la escua-dra
(…), y por lo que toca ajustar las piezas no son mejores los maestros de hacha
(78) Sobre la madera utilizada para la construcción de galeras en Barcelona, véase
CHAMORRO ESTEBAN, A.: «Bosques y galeras: la explotación maderera para la construcción
naval en las Atarazanas de Barcelona (1573-1746)», en TRÁPAGA, K., y LABRADOR, F.
(coords.): Recursos naturales en la Península Ibérica: los aprovechamientos forestales e hídri-cos
(siglos XV-XIX), monográfico de Tiempos Modernos. Revista electrónica de Historia Moder-na,
núm. 39, 2019/2, 374-395.
(79) AMNM, caja 871, nº 67, el obispo inquisidor general a don Juan Antonio de Mari-món,
Madrid, 30 de agosto de 1732.
50 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 148 (2020), pp. 29-56. ISSN 012-467-X