revista de aeronáutica y astronáutica / noviembre 2020
906 sobrevolando la II Guerra Mundial
cazas, antes de que en los Estados
Unidos se los proporcionaran a los
que operaban en Europa.
LA AVIACIÓN ALIADA EN EL
TEATRO EUROPEO
La invasión de Europa y la ofensiva
de Patton
Como colofón a este repaso a la
actuación de las fuerzas aéreas en la
II GM hay que citar la liberación de
Europa del dominio nazi, fijándonos
en el desembarco en Normandía y
la ulterior ofensiva de Patton con su
Tercer Ejército a través de Francia. A
fuerza de hablar de la gesta del desembarco,
se nos olvida que no hubiera
sido posible si la superioridad
aérea no hubiera estado en el lado
aliado, como reconocería el propio
general Eisenhower. Al final del Día D
ciento cincuenta mil soldados aliados
se encontraban en tierra sin riesgo de
ser atacados desde el aire. En el desembarco
los aliados sufrieron cuatro
mil quinientas bajas, pero, por lo general,
se ignora que los aviadores sufrieron
doce mil en las nueve semanas
de campaña aérea preparatoria de la
invasión.
El ataque sistemático a la organización
alemana de transportes en el
continente, retardó todos los trabajos
preparatorios de la defensa y, en su
momento, complicó el movimiento
de las unidades terrestres que tenían
que contraatacar las cabezas de desembarco.
Tardaron semanas en recorridos
que hubieran podido hacerse
en días, dando lugar así a la consolidación
del desembarco. Un jefe alemán
se quejaba de la superioridad aérea,
informando que los aliados se permitían
atacar hasta el movimiento de vehículos,
e incluso individuos, aislados.
Ni que decir tiene que a medida que
se fue consolidando la posición en tierra
de los aliados, más adversas eran
las circunstancias para los alemanes,
ya que al ir aumentando el número de
bases aéreas en el suelo continental,
más se hacía sentir el peso de la aviación
aliada. Por supuesto el mérito del
desembarco fue de las tropas que lo
realizaron pero este no hubiera sido
posible sin el papel jugado por aviación.
El siguiente ejemplo que se quiere
traer a colación es el del avance del
Tercer Ejército de Patton por Francia
y Alemania; una guerra relámpago
menos famosa que la alemana en los
compases iniciales de la guerra, pero
no menos espectacular. El avance
fue tan rápido que en alguna ciudad
se presentó tan de improviso que
sorprendió a oficiales alemanes paseando
por las calles de uniforme, y
el avance no fue más rápido porque a
Patton lo pararon en un par de ocasiones,
no los alemanes, sino las órdenes
de su mando.
El flanco derecho de este fulgurante
avance del Tercer Ejército no fue cubierto
por otra fuerza terrestre, sino
por la XIX Fuerza Aérea Táctica. Esta
Fuerza Aérea, al mando del general
Weyland, asumió el ataque a las fuerzas
alemanas al sur del río Loira y las
líneas de comunicaciones a lo largo
de este, impidiendo que estas fuerzas
materializaran una amenaza contra el
expuesto flanco derecho de Patton.
El ataque contra las fuerzas alemanas
fue tan intenso que el jefe de estas,
general Elster, manifestó su disposición
a rendirse si los cazabombarderos
dejaban de bombardear. Estas
fuerzas se habían quedado tan atrás
del avance de Patton que se les ordenó
que se dirigieran hacia el puente
de Beaugency, con la advertencia de
que volverían a ser bombardeados
desde el aire si hacían un movimiento
en falso, para rendirse ante una división
del Noveno Ejército USA, la fuerza
estadounidense más próxima. En
la ceremonia de rendición, el general
Elster no entregó su pistola al jefe
de la división, como estaba previsto,
sino al general Weyland, jefe de la
XIX Fuerza Aérea Táctica, que estaba
presente a petición de los alemanes y
cuya Fuerza Aérea había provocado la
rendición. n
B-17 Fortaleza Volante