los aviones se realizan cálculos precisos
de navegación y de predicción meteorológica
para caer en el momento adecuado
y con las mejores condiciones de
seguridad posible sobre objetivos situados
tras supuestas líneas enemigas
Los lanzamientos se ejecutaron entre
los 5.000 y los 10.000 metros de altura,
tanto de día como de noche —en este
caso, con el apoyo de equipos de visión
nocturna— y el aporte de oxígeno en
las modalidades HAHO (acrónimo en
inglés de lanzamientos y aperturas de
paracaídas a gran altitud) y HALO
(saltos también a gran altura, pero con
aperturas a baja cota).
La primera se emplea cuando la distancia
al objetivo es muy corta y prácticamente
vertical sobre él, lo que permite
durante la caída el reagrupamiento
de los componentes de la unidad, tras
la dispersión inicial que se produce al
abandonar la aeronave.
Por otra parte, los lanzamientos y
aperturas a muy alta cota (HAHO) se
realizan cuando el objetivo está muy
alejado del punto de salto. Para alcanzarlo,
los miembros de la patrulla deben
mantener sendas de planeo de hasta 60
kilómetros de distancia aprovechando
las capas de viento que jalonan la navegación
y descendiendo lo menos posible
hasta el momento justo de intervenir
con la mayor discreción. Este tipo de
operación permite a los equipos marcar
y proteger zonas de lanzamiento
paracaidista para el desembarco aéreo
posterior del grueso de la fuerza, neutralizar
objetivos que pudieran impedir
esos saltos, obtener información o realizar
extracciones de personal. Los saltadores
HAHO constituyen el escalón
avanzado que servirá de apoyo, una vez
en tierra, a la proyección de unidades
aerotransportadas.
Este tipo de adiestramiento requiere
unas condiciones fisiológicas
especiales. Además de soportar bajas
temperaturas, muy por debajo de cero,
Los lanzamientos desde
grandes alturas requieren
una minuciosa preparación.
Antes del embarque en el
avión y durante el vuelo,
los saltadores revisan sus
paracaídas, equipos de
oxígeno y dispositivos de
navegación.
los paracaidistas deben eliminar todo
el nitrógeno de su sangre y sustituirlo
por oxígeno puro. De esta forma evitan
posibles estados de hipoxia provocados
por las bajas presiones a tan alta cota
o enfermedades descompresivas que
pueden provocar embolias durante el
descenso.
El proceso de aclimatación del cuerpo
es lento —dura aproximadamente
30 minutos—; comienza antes del despegue,
con el personal ya embarcado (el
avión debe ir equipado con un sistema de
oxígeno independiente, al que se van conectando
los saltadores) y finaliza prácticamente
con la apertura de la puerta de
la cabina para saltar una vez alcanzada
la altura que requiera la misión.
Uno de los objetivos en la edición de
este año ha sido avanzar con el empleo
de nuevos dispositivos, como el drogue,
un elemento similar a un globo de tela
que actúa como freno en la apertura de
la campana y estabiliza al paracaidista
durante el vuelo. «Entre el paracaídas,
armas y equipos, cada saltador lleva
unos 60 kilogramos de peso. Con el
drogue se puede incrementar hasta los
160», explica el comandante Rolán.
Redacción
Fotos: Luis Zafra/ET
Los saltos se
realizaron entre
los 5.000 y
10.000 metros de
altura, de día
y de noche
Noviembre 2020 Revista Española de Defensa 45