máximos responsables de estos crímenes
fueron capturados y condenados
en el Tribunal Penal Internacional de
La Haya el general serbio Ratko Mladic
(detenido en mayo de 2011 por la
policía serbia y sentenciado en 2017 a
cadena perpetua) y el líder serbobosnio
Radovan Karadzic (fue la inteligencia
serbia quien lo localizó y detuvo en julio
de 2008; su sentencia por el tribunal de
La Haya, en marzo de 2019, fue también
condenado a perpetua).
Ante el avance croata, unos 30.000
civiles serbios son expulsados del territorio
al oeste de Eslavonia, ocupado
por las fuerzas serbias desde el otoño de
1991. La operación Tormenta en agosto
de 1995, con ayuda de la OTAN,
remata la recuperación del 20 por 100
de Croacia, y poco más tarde los croatas
recobran las regiones de Eslavonia
oriental y Barania, hasta que en octubre
se produce el alto el fuego. El equilibro
de fuerzas establecido tras las derrotas
serbias en Croacia y Bosnia-Herzegovina,
tras las intensas gestiones del negociador
norteamericano Richard Holbrooke,
permite lograr los acuerdos que
llevan el nombre de la ciudad donde se
negociaron (Dayton, Ohio), en noviembre
de 1995 y que ponen oficialmente
fin a la guerra en esa parte de Yugoslavia.
Se rubricaron con un tratado firmado
en el palacio del Eliseo de París el
14 de diciembre por Milosevic, el presidente
croata Tudjman y el bosnio Alija
Itzetbegovic (como testigos y representando
a la comunidad internacional los
presidentes de España. EEUU, Francia,
Alemania, Reino Unido y Rusia). Con
esto, Bosnia-Herzegovina se contempló
como un Estado único dividido en dos
comunidades políticas autónomas: una
Federación croato-musulmana, con el
51 por 100 del territorio, y la república
serbia de Bosnia.
El acuerdo estaba respaldado por
fuerza multinacional bajo la responsabilidad
de la OTAN —Fuerza de Implementación
(IFOR)— de más de 60.000
hombres con el objetivo de garantizar
la suspensión de los combates. En 1998
fue aumentada y remodelada y pasó a
denominarse Fuerza de Estabilización
(SFOR) lo que permitió una cierta normalización
en el país. Fue una etapa crucial
en la historia de la Alianza en la que
estuvo al frente el hasta ese momento
ministro de Asuntos Exteriores español,
El secretario general de la OTAN y el ministro de Exteriores macedonio en
el acto de la firma de adhesión a la OTAN en febrero de 2019.
Una nueva Europa
HOY, un cuarto de siglo después del fin de aquella guerra que rememoró las peores
pesadillas del Viejo Continente, el mapa y la realidad balcánica es absolutamente
diferente a la de aquel diciembre de 1995. Los países de esta península son Estados
de derecho más o menos consolidados y sus caminos hacia la OTAN y la UE —evidentemente
condicionados por el ritmo de sus reformas y su consolidación democrática—
son ya una realidad que avanza con paso firme. Ya en 1999, la UE puso en
marcha el Proceso de Estabilización y Asociación (PEA) con el objetivo de facilitar el
acercamiento gradual de cada uno de los países balcánicos a la Unión. En el marco
del PEA, se firma con cada Estado su propio Acuerdo de Asociación porque aunque
el PEA fija unos objetivos políticos y económicos comunes, la evaluación del progreso
se realiza de forma individual y progresiva.
El Consejo Europeo de Salónica de 2003 confirmó que todos los países participantes
en el proceso de Estabilización y Asociación eran candidatos potenciales para
el ingreso en la UE. Un año después, en 2004, Eslovenia fue el primero en hacerlo y
Croacia ingresó nueve años después, en 2013. Montenegro, Serbia, la República de
Macedonia del Norte y Albania son candidatos oficiales (estos dos últimos accedieron
a este estatus el pasado marzo después de que el Consejo Europeo diera luz verde a
una modificación en los procedimientos de ingreso); con Montenegro y Serbia se han
abierto negociaciones y capítulos de adhesión y Bosnia-Herzegovina es candidata potencial.
En el caso concreto de Bosnia, tiene firmado un acuerdo de Asociación desde
2008, pero debido a que el país no ejecutó una sentencia del Tribunal Europeo de
Derechos Humanos quedó suspendido hasta 2015. En febrero de 2016 el gobierno de
Sarajevo presentó su solicitud de adhesión, pero todavía quedan una serie de cuestiones
clave por resolver relativas a la gobernanza política del país y a sus relaciones
con la Unión. En la reciente Cumbre sobre los Balcanes Occidentales celebrada en
Zagreb el pasado 6 de mayo, Bosnia —y todo el resto de los países del área— firmaron
una Declaración en la que reafirmaron sus compromisos con la Unión.
Respecto a la OTAN, la sólida política de ampliación de la Alianza como mejor
garante para la seguridad ha hecho que todos los países balcánicos (a excepción
de Serbia que prefiere mantenerse neutral y mantiene relaciones como asociado)
solicitaran desde su independencia el ingreso en la OTAN. Poco a poco y tras cumplir
los requisitos exigidos de modernización de las FAS y consolidación democrática,
han ido accediendo: Eslovenia lo consiguió en 2004; en la ampliación de 2008, ingresaron
Albania y Croacia; Montenegro lo hizo en 2017 y Macedonia del Norte se
ha convertido en 2020 en el último país en ingresar en la OTAN. Bosnia-Herzegovina
es un país socio, integrado en el Asociación para la Paz y el Consejo de Asociación
Euroatlántica y candidato oficial para el ingreso, pero queda por resolver el asunto
de la República Srpska (la región serbia del país) que se niega a renunciar a sus instalaciones
militares y veta las resoluciones necesarias para los planes de adhesión.
Rosa Ruiz
OTAN
54 Revista Española de Defensa Noviembre 2020