194 MIGUEL DE ROJAS MULET
mando respectivamente de Pedro de Alvarado, Cristóbal de Olid y Gonzalo
de Sandoval, los cuales asaltarían simultáneamente y de manera coordinada
las defensas de la ciudad.
El ataque se inició el 10 de mayo, y los mexicas se defendieron concentrando
hombres sobre las calzadas que atravesaban el lago, y desde
canoas, preparando además en el agua trampas para hombres, caballos y
barcos, pese a lo que la entrada en acción de los bergantines y de los indígenas
aliados sobre barcas permitió el avance por tierra de los asaltantes.
El procedimiento de combate que emplearon aquí los conquistadores
consistió en avanzar en fuerza por las calzadas y por el agua, cegando los
puentes y caminos destruidos que ganaban, para permitir el paso de la caballería,
y quemando y demoliendo las casas desde donde se les hostigaba.
Los mexicas, en gran superioridad numérica, se oponían con fuerza, y normalmente
recuperaban el terreno perdido cuando los españoles se retiraban,
con la caída de la noche, a sus establecimientos, donde debían defenderse de
los numerosos contraataques indígenas, que día y noche desgastaban sensiblemente
las fuerzas de los españoles. Asimismo, los aztecas consiguieron
algún éxito parcial, gracias a escaramuzas, tretas y emboscadas, en una de
las cuales estuvo Cortés a punto de ser hecho prisionero y perdió sobre 60
soldados, que serían más tarde sacrificados a la vista de los españoles.
Este éxito envalentonó a Cuauhtémoc, que lo utilizó como arma de
propaganda para lograr el apoyo a su causa de pueblos vecinos, que avanzaron
hacia Tenochtitlan atacaron a aliados de Cortés, que le pidieron ayuda.
El extremeño, pese a la precariedad de sus fuerzas, envió varios destacamentos
(la crónica habla de Andrés Tapia, Gonzalo de Sandoval y Ayllón,
con un centenar de soldados), que socorrieron eficazmente a sus partidarios
e impidieron que los nuevos aliados del Emperador se incorporasen al combate
en su ayuda.
El avance de los atacantes era así lento y se realizaba con dificultad,
sufriendo en el proceso numerosas bajas. Rechazando las salidas de los sitiados
para romper el cerco, a partir del 1 de agosto se consolidó la progresión
de los españoles, que se habían marcado como prioridad alcanzar la plaza
principal de la capital, Tlatelolco, junto al Templo Mayor. Una vez generalizada
la ofensiva, el contingente de Pedro de Alvarado alcanzó su objetivo,
y prendió fuego al Templo. Durante varios días aseguraron los asaltantes las
posiciones alcanzadas y rechazaron los vigorosos contraataques indígenas.
Cuauhtémoc se refugió en edificios sobre la laguna, y rechazó las
ofertas de paz de Cortés, lo que decidió a este a atacarle con los bergantines
al mando de Gonzalo de Sandoval, uno de los cuales se apoderó del jefe
azteca cuando este intentaba huir en una canoa. Preso el Emperador, cesó la
Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2020, pp. 194-196. ISSN: 0482-5748