revista de aeronáutica y astronáutica / enero-febrero 2021
Mars 2020 139
la historia de la evolución geológica
y ambiental que ocurrió en Holden
durante los primeros millones de
años de la historia marciana. Debido
a su similitud con la cuenca Qaidam
que llevo años estudiando, elegí el
cráter Holden como mi propuesta
del lugar de aterrizaje para la misión
Mars 2020.
Ambientes como el de Holden,
cráteres llenos de agua, han sido objeto
de estudio de geomorfologías y
signos astrobiológicos en Marte durante
décadas. El cráter Holden tiene
150 km de ancho y se caracteriza
por una gran densidad de valles,
que se debieron de formar durante
la era Noachian (hace cuatro mil millones
de años). Los análisis geológicos
indican que el cráter sufrió a
una evolución compleja, lo más probable
debido a cambios climáticos
desde su formación. Las estructuras
estratigráficas proporcionan una
oportunidad única para evaluar posibles
ambientes habitables, y la alta
densidad de cuencas fluviales indica
que Holden es un sitio ideal para
estudiar no solo habitabilidad sino
también accidentes geográficos. La
cobertura de datos de Holden es
bastante buena, lo que permite hacer
un análisis detallado de los accidentes
geográficos y las estructuras
en la superficie.
El cráter Holden era un sitio ideal
para los objetivos de la misión Mars
2020 y todos sus lugares de interés
eran científicamente interesantes
y relativamente cercanos para ser
recorridos por el rover. Gracias a
las comparaciones que hice con la
Cuenca Qaidam en el Tíbet, pude
simular cada uno de los accidentes
geográficos con condiciones
ambientales muy similares. Tomé
muestras del Tíbet para poder analizar
más de cerca lo que podríamos
encontrar en Holden, lo que presentó
una oportunidad perfecta para
analizar un lugar que es raro en la
Tierra, pero muy parecido a Marte.
Con el fin de preparar
una misión factible, elegí
siete lugares de interés
en el cráter Holden a los
que el rover podía llegar
fácilmente para analizar
zonas habitables. La
elipse de aterrizaje es de
unos 20 km de ancho, lo
que significa que en algún
lugar dentro de esa
elipse es donde el rover
aterriza. A pesar de que
parece mucho margen,
hay que pensar en que es
un aterrizaje de precisión
en el que se envía un rover
a cientos de miles de
kilómetros de distancia
para aterrizar dentro de
un rango de unos pocos
kilómetros. Una vez aterrizado
el rover, diseñé
una travesía para el rover
de unos 20 km, que es
una distancia a la que se preparan
los rovers para viajar en Marte, ya
que se desplazan muy despacio y se
paran continuamente para analizar
el regolito. Cada uno de los lugares
de interés que elegí contenía zonas
muy interesantes respecto a los minerales,
la geología, los accidentes
geográficos o las estructuras de la
superficie. Todos ellos podrían dar
pistas de si hubo o no vida dentro
del cráter.
Después de muchas discusiones
y una última votación de todos los
que participamos en la selección
del lugar de aterrizaje, el cráter
Holden fue uno de los finalistas,
quedó entre los diez últimos; sin
embargo no fue finalmente elegido
como lugar de aterrizaje debido a
que existe una montaña en su centro,
creada durante el impacto del
asteroide que inicialmente creó el
cráter. La NASA no quiso arriesgarse
a poner una elipse de aterrizaje
en este cráter, a pesar de ser una
localización extremadamente útil
para encontrar vida.
La autora trabajando en su laboratorio