25.250.—Arte de la construcción naval,
secreto militar
La primera norma en
ese sentido la promulgó
Teodosio II, emperador
bizantino (408-450) y aparece en el Código
Teodosiano (IX.40.20), reproduciendo el
edicto promulgado el 24.09.419, y en el que
«se penalizaba con la pena de muerte a los
carpinteros de ribera que enseñaran ese arte a
los bárbaros».
Esa misma disposición la recogió luego
Justiniano I (482-565) en su recopilación
llamada Corpus iuris civilis, y más concretamente
en el Codex Justinianeus.
No olvidemos que, durante las invasiones
de los bárbaros, el imperio romano ostentaba
la talasocracia del mar, pero a la caída del
imperio de Occidente (476), esa hegemonía
pasó a ser disputada por los vándalos asentados
en la parte occidental del norte de África,
hecho que, sin duda, impulsó la necesidad de
la promulgación de dicha ley. flavio Belisario
(505-565) resolvió la cuestión derrotando
a los vándalos el 533, pero el resultado no
sería permanente, pues luego surgieron los
árabes, y otros, que con el tiempo fueron
consiguiendo el gozar de su permanencia en
la mar. Y como recordamos, el imperio
bizantino cayó ante los turcos, en época de
Mehmed II (1432-1481), sultán de la dinastía
osmanlí desde 1451, el año 1453.
Laureano CARBONELL RELAT
Doctor en Historia Medieval
MISCELÁNEAS
25.251.—Más del almirante Niño
En más de una ocasión
hemos traído a esta REVISTA
detalles sobre la
curiosa vida de nuestro respetado almirante
Pero Niño, terror de los ingleses durante los
primeros años del siglo XV. Hoy hacemos
referencia a la brutal pelea que nuestro
hombre tuvo, en tierras de Pontevedra, con un
gigantón local llamado Gómez Domao «recio
home e famoso peleador».
Es el año 1397, Pontevedra está ocupada
por el arzobispo de Santiago, Juan Manrique,
que se encuentra físicamente en la ciudad y
actúa como aliado del rey de Portugal y, por
lo tanto, alzado contra su señor natural, el rey
castellano Enrique III. El de Santiago responde
así a lo que entiende afrenta de Enrique III,
que ha dado preeminencia al arzobispado de
Toledo sobre el gallego. Enrique envía fuerzas
al mando de Pero Niño, que en ese
momento tiene apenas 19 años, a retomar la
ciudad de Pontevedra. Cuentan las crónicas
que, en el extremo sur del Puente del Burgo,
en la Puerta de Galeras que da entrada a la
villa, le salió al paso el descomunal Gómez
Domao. La lucha fue brutal, con intenso
intercambio de mandobles, recordaría tiempo
después, Pero Niño que uno de los golpes que
recibió fue tan enorme que «me saltó la
centella de los ojos». Domao se defendía
bien, ayudado por un gran escudo, pero en un
golpe de fortuna Niño acertó por encima del
escudo y le abrió la cabeza «hasta la altura de
los ojos», allí mismo murió el gigantón
pontevedrés. Eso sí, al acabar la pelea la hoja
de la espada de Niño estaba completamente
Antigua Puerta de Galeras. (foto: www.wikipedia.org).
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