ALEJANDRO ANCA ALAMILLO
con objeto de asistir, junto al crucero acorazado Infanta María Teresa, a la
inauguración, cinco días más tarde, del monumento en honor del general
Ulysses S. Grant. Durante aquella travesía, el buque sufriría diversas averías a
causa del temporal que debió capear. En el mes de julio tuvo que proteger con
su fuego el relevo de las fuerzas españolas del fuerte de Maravi.
En su informe del día 4 de abril de 1898, el comandante general del apos-tadero
de La Habana informaría al Ministerio de Marina de que se considera-ba
al buque inútil, al estimarse que no podría moverse durante un mes; por
ello, la guerra con Estados Unidos le sorprendería en el varadero de la ciudad,
donde se le continuaban realizando obras en su planta motriz. Gracias a ello
logró «sobrevivir» al Desastre, por lo que pudo ser repatriado a la Península,
adonde arribó (Cádiz), acompañado por el de su misma clase Conde de Vena-dito,
el 14 de enero de 1899.
Tras efectuársele una recorrida general en Cartagena, se le comisionó en el
mes de octubre a Fernando Poo con el fin de conducir a una compañía de
Infantería de Marina, recalando de camino, en el mes de febrero del año
siguiente, en Santa Cruz de Tenerife, y en el viaje de vuelta a la Península, en
Las Palmas en abril, rindiendo viaje en Cádiz ese mismo mes.
El poco valor militar del buque queda perfectamente reflejado en el cono-cido
real decreto de 18 de mayo del citado año de 1900, rubricado por el
entonces presidente del Consejo de Ministros y ministro de Marina, Francisco
Silvela, en el que, recordemos, se dieron de baja de un plumazo 25 buques de
nuestra Marina de Guerra, y en cuyo texto se aludía al crucero en los siguien-tes
términos:
«El Infanta Isabel, también sin valor militar alguno, es conveniente para el
servicio de Canarias, Costa de Oro y posesiones de Guinea, y su conservación,
mientras no haya otro de eficiencia militar para ello es ineludible ... Art. 2.º El
Infanta Isabel será dado de baja cuando lo exija el cambio de sus calderas actua-les,
u otras reparaciones de carena de importancia ...»
Esta fue la razón por la cual, en vez de condenarlo al desguace, al Infanta
Isabel se le asignó, el día 18 de junio, un nuevo comandante, el capitán de
fragata Francisco Javier Delgado y Fernández17.
Una intrascendente comisión
Al poco, el marino recibiría la orden de alistarse integrarse en la división
naval al mando del capitán de navío de 1.ª clase José Morgado Pita da Veiga,
(17) Nació en Jerez de la Frontera el 24 de febrero de 1846, e ingresó en el servicio el 1
de enero de 1862. Estuvo de guardiamarina, en uno de los buques de la Escuadra del Pacífico,
el día del combate de El Callao. Había ascendido a capitán de fragata el 30 de abril de 1891. Al
estar casado con M.ª Carmen Viaña Pérez, es más que probable que Enrique Delgado Viaña, de
la promoción de la Armada de 1896, fuera su hijo.
42 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 150 (2020), pp. 33-48. ISSN 012-467-X