revista de aeronáutica y astronáutica / marzo 2021
la misión SunRISE 229
mejor a un metro. Por ello, los satélites
estarán dotados con un receptor
de navegación GNSS, que determinará
las posiciones de cada aparato
con la precisión apropiada, gracias a
las señales de los satélites GPS y de
las constelaciones compatibles cercanas.
Dichas señales, que habitualmente
se reciben en la superficie
terrestre, también están disponibles
en órbitas superiores. En los vehículos
SunRISE, las señales de navegación,
que llevan marcas de tiempo,
se usarán también para sincronizar
la recogida de datos solares. En
tierra, los controladores sabrán en
todo momento la posición de los
satélites, y esta información permitirá
usar sus datos para interferometría.
De hecho, cada satélite actuará
de forma independiente y no habrá
contacto directo entre ellos. Todo el
trabajo de coordinación e integración
de los datos se realizará desde
tierra. Esto ha servido también para
reducir la complejidad de los sistemas
de los satélites, que ni siquiera
necesitarán disponer de una gran
capacidad de transmisión de datos.
Una estrategia ideal para una arquitectura
tan sencilla como la de los
CubeSats.
Los ciclos de actividad y mantenimiento
de la constelación, estimados
en unas dos semanas, serán
suficientes para cubrir la duración
habitual de los estallidos y de los
fenómenos de aceleración de partículas
que se pretende estudiar. Esta
continuidad aportará modelos científicos
de gran interés de forma regular
durante el transcurso de toda
la misión.
SunRISE, en definitiva, es una respuesta
más que interesante a una
necesidad de conocimiento imperiosa
planteada por la heliofísica actual,
así como una nueva demostración, si
tiene éxito, de las crecientes y valiosas
aportaciones que pueden llevar
a cabo los pequeños CubeSats, ya
ampliamente utilizados alrededor de
la Tierra y con capacidades cada vez
más avanzadas. n
Una eyección de masa coronal, que produce emisiones de tipo II. (Imagen: NASA)