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hasta ahora, se espera un endurecimiento
aún mayor de las medidas
contra ellos. Aunque la propia Consejera
de Estado había decepcionado
a muchos con su apoyo pleno a la
represión militar contra dicha minoría
–llegando incluso a declarar voluntariamente
ante el Tribunal Penal
Internacional en 2019– parece que
también en esto las Fuerzas Armadas
desean tener el control pleno de la situación.
Dos semanas después de haberse
producido el golpe el régimen procedía
a endurecer las medidas de
control volviendo a cortar Internet y
desplegando medios pesados en las
principales ciudades3. Ante las huelgas
en los transportes aéreo y ferroviario
y el creciente número de manifestaciones
las Fuerzas Armadas
reforzaban el 14 de febrero a la Policía
en el control de las calles de la capital,
Naipyidó, así como la capital económica,
Rangún/Yangón, y otras importantes
ciudades del país4.
EL BLOQUEO REGIONAL
La actitud obstruccionista de China
y también de Rusia, tanto en la región
como en el Consejo de Seguridad
de la Organización de Naciones
Unidas (ONU) ha impedido en este
tiempo que el órgano ejecutivo de la
Organización haya podido siquiera
aprobar una resolución de condena.
La primera cita fue al día siguiente
del golpe, el 2 de febrero, bloqueando
Moscú y Beijing el tratamiento de
la cuestión de Myanmar por el Consejo
de Seguridad5. El Ministro chino
de Asuntos Exteriores, Wang Yi,
había visitado Myanmar tan solo dos
semanas antes del golpe, entrevistándose
tanto con Suu Kyi como con
el enseguida nuevo hombre fuerte
tras el golpe, el general Min Aung
Hlaing6.
El Presidente estadounidense, Joe
Biden, se ha encontrado entre los
primeros desafíos planteados a su
nueva Administración este espinoso
asunto, pero su margen de maniobra
es escaso dado que los EE. UU.
ya tienen sometidos a sanciones
precisamente por la cuestión de los
rohingyas a los cuatro principales líderes
de la Junta, con el general Min
Aung Hlaing al frente, y también porque
los intereses estadounidenses
en este país son casi inexistentes.
Y ello a pesar de que fuera un gran
éxito de la Administración Obama el
arranque del proceso democratizador
de Myanmar en 2011 pues fue
interpretado como un logro al arrancar
al país de la influencia de la República
Popular China.
El vecino indio y también Australia
criticaban el golpe, así como Japón,
aunque con el pasar de los días este
último país –que es uno de los mayores
socios económicos y también
donantes de Myanmar– ha empezado
a mostrarse reacio a que la ONU
o incluso los EE. UU. traten de influir
en la evolución de la situación.
Se han mostrado poco críticos con
el golpe otros dos vecinos, Tailandia
y Malasia, así como Filipinas. De hecho
la propia Asociación de Estados
del Sudeste Asiático (ASEAN), que
agrupa a diez países de la región
(Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia,
Laos, Malasia, Myanmar, Tailandia,
Singapur y Vietnam) no llegó
a adoptar una posición común de
condena7. Ahora, y ante la escasa reacción
crítica en el continente asiático
y ante los límites de las posibles
reacciones occidentales la incógnita
es si, tras las crecientes movilizaciones
en estas dos semanas y el incremento
de las medidas de control
militares y policiales, la situación del
país podría desembocar en sangrientos
enfrentamientos
como los que se produjeron
tanto en
1988 como en
2007 en el
marco de
anteriores
protestas, y ello por ser un país con
abundancia tanto de armas y de grupos
violentos como de tensiones intercomunitarias
y regionales.
Finalizado por el autor el 16 de
febrero de 2021.
NOTAS
1. Díez, Pablo M.: «Myanmar desafía
las amenazas y mantiene la protesta
callejera», ABC, 9 de febrero
de 2021, p. 33.
2. Almoguera, Paloma: «Myanmar
endurece la represión de las protestas
contra el golpe militar», El
País, 16 de febrero de 2021, p. 7.
3. Vaulerin, Arnaud: En «Birmanie l’
armée lance les grandes manoeuvres
», Libération, 14 de febrero
de 2021, en www.liberation.fr.
4. «Tensión en Myanmar: decenas de
blindados y miles de manifestantes
», ABC, 15 de febrero de 2021,
p. 36.
5. Gallego, M.: «China impide que
la ONU actúe contra la junta militar
de Myanmar», Diario de Navarra,
3 de febrero de 2021, p. 6.
6. «Dura condena occidental, distancia
asiática», El País, 2 de febrero
de 2021, p. 2.
7. Almoguera, P.: «La democracia
se vuelve más frágil en el sudeste
de Asia», El País, 5 de febrero
de 2021, p. 8.■