revista de aeronáutica y astronáutica / abril 2021
332 seguridad de vuelo: otras perspectivas
La intuición se define en nuestro
diccionario como «la habilidad
para conocer, comprender o percibir
algo de manera clara e inmediata,
sin la intervención de la razón».
De todos es sabido que nuestro
subconsciente rige buena parte,
por no decir la mayoría, de nuestros
procesos mentales. La intuición
no está basada en procesos
conscientes, reflexivos, sino que
se apoya en la experiencia y en
los procesos subconscientes de la
mente. Es tanto como decir que
tenemos la capacidad de anticipar
un resultado a nuestras acciones
basándonos en una «corazonada»,
que no es sino la consecuencia de
lo aprendido en situaciones experimentadas
con anterioridad, extrapoladas
de forma inconsciente al
momento actual.
En definitiva, la intuición se alimenta
a base de reconocer de
forma inconsciente una situación y
asociarla con una situación equivalente
del pasado, de forma que nos
ayude a resolver la actual tomando
como referencia esa experiencia
anterior. Y todo ello sin un proceso
de análisis voluntario.
Es por ello que, cuanta mayor
experiencia se tiene en un ámbito,
más acertado puede ser el proceso
intuitivo que anticipa un resultado.
Es esa sensación de que algo puede
salir bien o mal, sin que exista
un motivo aparente que apunte a
ello. No es científico, pero lo aplicamos
sin darnos cuenta en todos
los aspectos de la vida y reporta
enormes beneficios a aquellos que
se educan en escuchar esa voz.
Por tanto, no se puede decir que
sea un proceso estéril, porque la intuición
ha permitido desarrollar miles
de inventos, descubrimientos, innovaciones,
etc., y permitirá continuar
haciéndolo en el futuro. No es una herramienta,
ni es un proceso científico
o sistemático. Pero no me cabe duda
de que la intuición y la lógica racional
se complementan perfectamente.
Y el mejor alimento para la intuición
es la experiencia. Propia, o la
que seamos capaces de asimilar de
otras personas. Por ello, en seguridad
en vuelo, resulta fundamental
compartir las experiencias personales,
de modo que los más inexpertos
puedan crear su propia «base de
datos» de vivencias a las que recurrir
para reforzar las intuiciones propias.
Y no solo de hechos objetivos, que
por supuesto también, sino de todos
aquellos aspectos perceptivos
que pueden influir en el desarrollo
de los acontecimientos.
Como ejemplo, podemos citar
el impacto que puede tener en las
operaciones algo tan sutil como es
el estado de ánimo. El estrecho contacto
personal que se tiene en las
unidades de Fuerzas Aéreas, sobre
todo durante el preceptivo proceso
de preparación y acciones previas
al vuelo, pueden darnos pistas, a
veces muy sutiles, sobre la disposición
anímica de aquellos con los
que se va a compartir la misión. No
es infrecuente que un estado de
ánimo alterado (euforia, tristeza…),
por cualquier circunstancia relativa