Herrera-de-la-Rosa A.
no quita, sino que invita, a la nostalgia para contemplar esos
125 años de su historia, adentrarse necesariamente en sus raíces
y recordar que todo empezó el 8 de febrero de 1889 con el
incendio del Seminario de Nobles de la calle de La Princesa,
que se había convertido en Hospital Militar.
El Seminario de Nobles(2) era un recio edificio de tres plantas
que había fundado Felipe V para la educación de los hijos
de la nobleza, a imitación de los que tenían los jesuitas en
Viena. El edificio se terminó de construir en 1751, reinando
Fernando VI. En 1783 y tras la expulsión de los jesuitas en
tiempos de Carlos III, se convirtió en un centro de enseñanza
para hijos de militares y, dado su enorme tamaño, empezó a
usarse para la ubicación de determinadas unidades de tropas.
En 1828 Fernando VII lo restituye a los jesuitas, que recuperan
la enseñanza para algunos hijos de la nobleza, hasta que
en 1835 la Reina Regente, doña María Cristina de Borbón
expulsa de España a la Compañía de Jesús. En ese tiempo
se cierra la Universidad de Alcalá y el antiguo Seminario de
Nobles se considera idóneo para albergar a la recién creada,
en 1836, Universidad Central, la cual, en 1840, cambia su
asentamiento y la Facultad de Medicina se instala en el Real
Colegio de Cirugía de San Carlos. Del edificio, que ya tiene
más de un siglo y está en lamentable estado, se hace cargo el
Ministerio de la Guerra, que, tras su reparación, recibirá, en
1841, a los enfermos, que tras otras vicisitudes, estaban en el
Hospital del Convento de Atocha y en la llamada Enfermería
de la Cárcel del Saladero. Desde entonces el antiguo Hospital
de Nobles empezó a funcionar como el Primer Hospital Militar
de Madrid, que fue destruido por el incendio citado, lo que
obligó a pensar en un nuevo Hospital Militar para Madrid.
El Ayuntamiento de Carabanchel Bajo aprovechó el incendio
del Seminario de Nobles para ofrecer unos terrenos en los
que se construiría el nuevo Hospital.
El proyecto que se aprobó para esta construcción fue el
que presentó el Capitán de Ingenieros D. Manuel Cano y León
el 30 de septiembre de 1889. En él se especifican ideas de tipo
general y la mayoría de los detalles que se llevarían a cabo. Se
utilizaría el Sistema Tollet, similar al de los Hospitales de La
Santa Cruz y San Pablo de Barcelona y el de la Fundación
Marqués de Valdecilla de Santander.
Se tuvieron en cuenta los dos niveles del terreno para separar
los edificios de enfermos comunes de los destinados a enfermos
contagiosos. En la parte más baja se colocaría la puerta principal
que formaba parte del edificio de Dirección y Administración
y tendría forma de U. Inmediatamente detrás, dejando
una espaciosa calle, se colocaría el pabellón destinado a jefes
y oficiales enfermos, y detrás de éste, la gran plaza central con
la capilla. A ambos lados de la plaza iban los seis pabellones
de medicina y cirugía, de éstos, dos estarían dedicados a salas
de cirugía. Se diseñó allí, como un anexo, el pabellón de operaciones,
unido a ellos por una galería acristalada. Detrás iban
los pabellones destinados a dementes, presos y sumariados y
completaban este espacio el cuartel de sanitarios y las cocheras.
(2) Este edificio forma parte de la «Prehistoria» del Hospital, como dice mi
amigo José Miguel Torres Medina, Coordinador y Director del Libro del
Centenario, del que cojo gran parte de los datos de este artículo.
48 Sanid. mil. 2021; 77 (1)
Como se había pensado, el plano de nivel superior, separado
por una escalera y dos rampas, se destinaba a los pabellones de
enfermedades infecciosas y al depósito de cadáveres. Próximo a
las rampas referidas se instalarían los depósitos de agua.
Todo el edificio se presentaba rodeado de un muro de
cerca. Para el acceso al interior del establecimiento, además de
la puerta principal, que formaba parte del edificio de la Dirección,
habría otras dos puertas de un bello enrejado de hierro,
cuyo diseño figuraba en los planos, por donde entrarían los
carruajes y el tranvía(3).A continuación del Pabellón de Dirección
estaba previsto hacer un pabellón destinado al Instituto
Anatomopatológico, que nunca llegó a construirse. Este Instituto,
que con otros nombres y anexionando cometidos llegaría
a ser el Instituto de Medicina Preventiva de la Defensa, tardaría
más de cien años en incorporarse a este Hospital(4).
Respecto a la iluminación, que en esa época era un lujo
sólo para privilegiados, apunto un dato para situarnos en la
historia. Cano y León, al tratar de la electricidad concluye:
«…el alumbrado eléctrico, caso de establecerse, se deberá instalar
una vez terminadas las obras …»
La construcción del Hospital Militar en Carabanchel tenía
también el problema de su distancia, estaba a cinco kilómetros
de la Puerta del Sol, pero se tenía la idea de unirlo con dos
medios de transporte, el ferrocarril que uniría Madrid a San
(3) Las vías del tranvía que entraba en el recinto del Hospital, las seguí viendo
yo durante años semienterradas en el asfalto de la Glorieta del Ejército y
en varias calles interiores del Hospital.
(4) A ese Pabellón, que nunca se construyó, iban a trasladarse dos servicios o
instituciones que se encontraban en un Torreón del Seminario de Nobles.
Uno era el Museo Anatómico, que era preceptivo tenerlo con fines didácticos.
Había sido creado por una R.O. de 1886. Este Museo no corresponde
a la idea actual de museo y estaba dirigido por el Médico Primero
D. Juan Cesáreo Fernández y Fernández Losada, que llegó a ser Inspector
del Cuerpo. En el Museo había unas piezas anatómicas confeccionadas en
cera por el escultor y pintor Enrique Zofio Dávila y otras piezas fabricadas
con una técnica de pasta de cerámica original de Fernández y Fernández
Losada.
El otro servicio era el Instituto Anatomopatológico, que tras diversos nombres
y absorciones, que luego apuntaré, se convirtió en Instituto de Medicina
Preventiva. Tomó su propio rumbo bajo la Dirección de Fernández
Losada. Instalándose primero en un chalet de Rosales y otras ubicaciones,
lo vimos, en época reciente, en el mismo edificio, que el Hospital del Generalísimo,
en la calle Isaac Peral.
El hospital que se estaba construyendo tendría, sin duda su propio laboratorio,
pero ya no era el Instituto previsto con animalario para análisis e
investigación.
Lo que se salvó del Museo Anatómico tras el incendio sí se trasladó a otra
dependencia del Hospital Militar y allí fue su Director el Médico Mayor
D. Eduardo Semprún y Semprún, que había estado en La Habana desde
1889, y después fue comisionado a Francia, Inglaterra, Suiza y Alemania
con objeto de adquirir lo necesario para el montaje del método de Radiografía,
descubierto por Konrad Roentgen en 1895.
El Doctor Semprún, un hombre polifacético, fue el Director del Gabinete
de Radiología cuando se instaló definitivamente en el Hospital Militar de
Carabanchel, pero además era un hábil fotógrafo de preparaciones microscópicas
y realizó un álbum de microfotografías histológicas y bacteriológicas,
algunas coloreadas posteriormente, al que puso el curioso nombre
de Museo Anatomopatológico, pero que nada tiene que ver con el Museo
Anatómico citado, el cual, tras su paso por el Hospital y al final por la Academia
de Sanidad Militar desapareció por completo. El Museo actual de
Sanidad Militar, que ocupa el Pabellón conservado del viejo Hospital
de Carabanchel, que sí cumple con la idea actual de Museo, inauguró su
actual trayectoria, como ya indicaré, en 1996 con motivo del Centenario.