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1892–1908
COLEGIO DE HUÉRFANOS DE CABALLERÍA
«SANTIAGO» (VALLADOLID)
SITUACIÓN Y ORÍGENES DEL COLEGIO
La creación y puesta en marcha del Colegio de Huérfanos
para el Arma de Caballería «Santiago» está impregnada
de una intensa y no siempre fácil relación de la ciudad de
Valladolid y el Colegio, que fue una institución, creada para
atender una necesidad acuciante, como era la atención a
los niños huérfanos de militares, que se veían absolutamente
desprotegidos por los efectos, en el ámbito familiar,
de la guerra en Cuba.
En ese contexto se desarrolla la puesta en marcha de una
nueva institución, el Colegio Santiago, aún a caballo entre
la iniciativa privada colectiva del Arma de Caballería, el
apoyo graciable del Estado y de otras entidades como el
Ayuntamiento de Valladolid o la Iglesia.
El Colegio nace de la mano del general D. Luis Prendergast
y Gordon, Inspector General del Arma de Caballería en
1891, cuando se dirige por escrito a todos los jefes de
cuerpo del Arma para exponerles la necesidad y utilidad
de la institución que pretendía poner en marcha, y proponerles
la justa proporción en las cuotas que, de forma jerárquica,
se establecían para su sostenimiento.
Paralelamente, a través del Ministro de la Guerra D. Marcelo
de Azcárraga, se solicita el amparo de la Reina Regente
Dña. Mª Cristina, atenta a este tipo de necesidades,
y el apoyo ministerial. En mayo de 1891, el director de la
Academia de Caballería se entrevista con el alcalde para
agilizar las obras que permitan acoger cuanto antes el Colegio
de Huérfanos, generándose una cierta inquietud por
la lentitud de las actuaciones, que hace que se plantee la
posibilidad de que dicho Colegio pueda recalar en Zaragoza
y no en la capital castellana.
En agosto de 1891, el Ministro de la Guerra se dirige al
Inspector General de Caballería, comunicándole la autorización
de la puesta en marcha del Colegio con sus bases
y notificando a la Reina Regente los trabajos en curso para
dotar al Arma de Caballería de un Colegio, que preste «auxilios
análogos a los que proporciona el Colegio Mª Cristina
para los procedentes de la Infantería». Transmite el agrado
regio por sus gestiones y pide que se le remita el número
y clase de socios, así como el proyecto de Reglamento
interno. El general Prendergast, le informa que el número
de socios asciende a 1516, sobre un total de 2285, repartidos
del siguiente modo: 59 coroneles; 206 tenientes coroneles
y comandantes; 369 capitanes; 882 primeros y segundos
tenientes. Respecto al importe anual de las cuotas,
ascendía a 12 000 pesetas, y le comunica que el alcalde
de Valladolid le había prometido realizar las obras necesarias
en el edificio de la Academia del Arma para albergar el
Colegio, al considerarlo el mejor lugar para su sede. Igualmente
solicita, de nuevo, el apoyo y protección del Ministerio
en la justa proporción que logró en su momento el
Arma de Infantería.
El 19 de noviembre de 1891 se publica la Real Orden de
creación del Colegio: Se crea el Colegio de huérfanos del
arma de Caballería debiendo ser sostenido por suscripción
de los mismos, generales, jefes y oficiales del arma y por
las cuotas que se le señalen a cada uno de los cuerpos activos
de ella. Dicho Colegio, que se establecerá en Valladolid
y empezará a funcionar el 1 de julio próximo, será dirigido
por un consejo de administración.
Desde la publicación de la Real Orden de fundación hasta
la inauguración del centro pasaron tan sólo ocho meses,
y ese breve espacio de tiempo fue suficiente para remodelar
unas casas particulares de las religiosas Dominicas
francesas. Las niñas fueron ubicadas en el convento de las
monjas de la misma orden religiosa, en la calle de Santiago.
El Colegio cuenta para su funcionamiento con una plantilla
de personal militar formada por un coronel director, un teniente
coronel, un comandante, tres capitanes, ocho primeros
tenientes y un capellán (su primer coronel director será
D. Rafael López Cervera). Fue inaugurado con ocho huérfanos
atendidos, (cinco huérfanos y tres huérfanas), pero pasaron
en apenas tres años después a 115 niños distribuidos
de la siguiente forma: 79 internos (53 niños y 26 niñas); 23
externos con pensión (13 niños y 10 niñas); y 13 aspirantes
(7 niños y 6 niñas). Dicho incremento, aparte de evidenciar
una acuciante necesidad desatendida, explica las sucesivas
ampliaciones que se llevarán a efecto en las inicialmente
modestas instalaciones. Es aquí precisamente, donde el
Ayuntamiento de Valladolid ostenta un permanente protagonismo
hasta su traslado. El Colegio empezó a funcionar
con, las aportaciones hechas por los socios y los donativos
generosamente entregados para los primeros gastos.
Por Real Orden de 26 de febrero de 1892, se aprueba el
Reglamento orgánico del Colegio, que sufriría numerosas
modificaciones posteriores. Probablemente, una de las
más importantes iba a ser la propuesta en 1895 de ampliar
su ámbito de atención a los hijos de sargentos, cabos
y soldados muertos en campaña. No debemos olvidar que,