
cultura
El Museo del Aire cuenta con una de las colecciones más
importantes del mundo en su género
clase; el estadounidense Douglas DC-3,
de sobrenombre Dakota, y los también
germanos Junkers-52.
Las obras comenzaron en 1979 y dos
años después, en 1981, el citado domingo
24 de mayo el Museo de Aeronáutica
y Astronáutica del Ejército del Aire
abría sus puertas en Cuatro Vientos,
sede que a su trascendencia simbólica
unía cualidades prácticas, como poder
recibir material vía aérea y tener cerca
la maestranza de la base para cuestiones
de mantenimiento.
La institución llegaba a su nueva casa
con poco más de 30 aeronaves. La mayor
parte de ellas (25) se exhibirían bajo
cubierto, en el hangar de la primera Escuela
de Ingenieros Aeronáuticos, actual
Escuela de Mando, Control y Telecomunicaciones,
y que hoy es su hangar 1.
El resto se expondrían en su exterior,
con isletas ajardinadas —modelo
aún vigente— y dos lagunas unidas
por un pequeño canal para exponer los
hidroaviones Dornier Do-24 y Grummam
Albatros en su hábitat natural.
CRECIMIENTO SUPERSÓNICO
Hoy ya no existen esas balsas de agua,
transformadas en tierra firme para una
mejor conservación de esos y otros aviones.
Además, a ellas se suman varios
miles de metros cuadrados más. Ya son
casi 67.000, aunque el museo trabaja
para incrementar tal superficie con el fin
de aumentar su área expositiva. De hecho,
esperan superar las diez hectáreas
de terreno en un plazo no muy lejano.
Asimismo, ha crecido su número de
hangares, que han pasado de uno a
siete, y las aeronaves de su colección
rondan ya las 180, a las que hay que
sumar motores, uniformes, dioramas,
modelos, pinturas, objetos personales...
más de 6.000 piezas que representan un
singular patrimonio histórico-cultural y
convierten a este Museo del Aire en un
espacio casi único en su género.
De hecho, figura entre las colecciones
más punteras del mundo y, entre sus
registros, aparece este del 2003: «Se encuentra
entre los cinco primeros museos
de aeronáutica de Europa, por el número
de naves expuestas al público», según
se destaca en la web de la institución.
En el mismo 2003, se inauguró el
hangar 4, ahora dedicado a helicópteros
y autogiros. En él, tiene especial protagonismo
el legado de Juan de la Cierva,
en especial, la réplica de su C-30. También
cuentan con una representación los
AC españoles, prototipos de un proyecto
nacional que no consiguió despegar.
Después llegaron los hangares 5, 6
—temporalmente cerrado por trabajos
de mejora— y el 7, el último en abrir y
«reabrir» al público, puesto que ha sido
remozado recientemente. Los visitantes
Los motores
son los grandes
protagonistas del
hangar 2.
El espacio,
liderado por el
satélite español
MINISAT, también
tiene su lugar en el
museo.
ya pueden volver a recorrer la historia
de la aviación a escala, ya que, entre sus
modelos, figuran algunas recreaciones
en miniatura de las aeronaves del museo,
como dos de los protagonistas de los
Grandes Vuelos de la Aviación española:
el Jesús del Gran Poder y el Plus Ultra.
EL HANGAR 1
El avión original del primero y una
copia a tamaño real del segundo se exhiben
en el mencionado hangar 1, ese
primer recinto cerrado de la institución,
que, en estos 40 años, ha evolucionado
tanto como el propio museo.
56 Revista Española de Defensa Junio 2021