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la oscuridad, el vacío, la nada. El joven
educando había dejado de existir. De
su cuello aún pende su clarín engalanado,
salpicado ahora por la sangre
tan generosamente derramada.
Y las cargas se suceden. A estas alturas
del combate, el Regimiento ha sufrido
un gran quebranto (también las
bajas de los rifeños son muy numerosas).
Exhaustos jinetes y caballos por
las cargas que llevan dadas, el tormento
de la sed se hace insoportable.
Una oscura costra formada por el polvo
y el sudor surca el curtido rostro de
los jinetes del Alcántara y denota bien
a las claras las varias horas de feroz
refriega soportadas bajo el ardiente
sol africano. El desánimo parece que
empieza a cundir entre los soldados.
Y es en estos momentos de suprema
angustia cuando el teniente coronel
Primo de Rivera, erguido majestuosamente
sobre su caballo Vendimiar,
un magnífico ejemplar español pura
sangre que el ilustre jefe maneja con
singular maestría, arenga de nuevo a
sus soldados y les pide un postrer sacrificio:
el Regimiento va a dar su última
carga (la octava), si bien, y dado el
grado de extenuación de jinetes y caballos,
se va a producir un hecho histórico
en los anales de la caballería: el
Regimiento, altamente disminuido por
el gran número de bajas, va a dar esta
última carga con los caballos ¡Al paso!
Al frente de su sección montada, un
jovencísimo alférez de complemento,
que ha pedido marchar voluntario
a la campaña de Melilla, espera henchido
de patrio ardor esta postrera
voz de mando de su teniente coronel,
y al recibirla carga una y otra vez sobre
el enemigo. Al resultar ileso, resistió
después un asedio extremadamente
duro defendiendo el aeródromo de
Zeluán, donde resultó gravemente herido,
quedó prisionero y sufrió un largo
y penoso cautiverio de un año y medio
en las mazmorras del Rif. Su nombre:
Juan Maroto y Pérez del Pulgar, marqués
de Pozoblanco, y su heroísmo
premiado por el rey don Alfonso XIII,
que lo recibió en palacio después de
su liberación y lo ascendió a teniente
de complemento de caballería.
Llegamos ya a la última y decisiva fase
de este memorable combate. En la extrema
retaguardia se encuentra formada
a caballo la banda regimental, integrada
por 13 jovencísimos educandos
y al mando del suboficial maestro de
banda del Regimiento. Se encuentran
también formados en retaguardia los
tres oficiales veterinarios, junto al capellán
y al teniente médico, enfrascado
el páter en reconfortar espiritualmente
a los soldados moribundos y esforzándose
el médico en curar a los heridos
y aliviar sus sufrimientos, todo ello bajo
el fuego enemigo y con los precarios
medios clínicos de que dispone. Enardecidos
por la vibrante arenga de su
teniente coronel, carga por última vez
«al paso» el Regimiento, que se adentra
con brío entre las zarzas y parapetos
de los rifeños bajo una lluvia de encendidas
balas. Muchos de los jinetes caen
derribados en tierra y aún se defienden,
sable en mano, del enemigo que les rodea.
Atentos a la arenga del jefe del Regimiento,
y expectantes ante el cariz
que está tomando la desigual pelea, los
tres alféreces veterinarios (veterinarios
terceros, en la denominación oficial)
saben que ha llegado también para
ellos la hora del sacrificio. Pese a ser
oficiales facultativos (sin mando de armas),
tienen profundamente arraigado
el sentimiento de que, por encima de
todo, son oficiales del Regimiento Alcántara
que, en esta tarde del 23 de julio,
y en estos momentos de gravísimo
peligro para su Regimiento, van a intentar
conciliar lo aprendido en sus respectivas
facultades de Veterinaria, con
la asignatura sublime del amor a España
representada en la defensa del glorioso
estandarte del Regimiento. Y así,
transformados en un momento en oficiales
de caballería, intentan cubrir las
numerosas bajas de sus compañeros
del arma, cargando con brío contra las
posiciones rifeñas. Esa tarde, el cuerpo
de veterinaria militar se cubrió de gloria
merced al valor y al arrojo de tres de
sus más modestos representantes: los
alféreces don José Montero, don Vidal
Platón Bueno y don Eduardo Caballero
Caídos por la Patria en combates del 23 de julio de 1921