Este plano de la revista El Firmamento se publica en 1958, el mismo año de la finalización de las obras del Ministerio del Aire. Se aprecia la consolidación
urbanística definitiva de las manzanas próximas al CGA con la aparición de la calle de Isaac Peral y la manzana de las viviendas militares aún por definir.
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edificios en paralelo a la construcción militar, como la Escuela
Técnica Superior de Ingenieros Navales (1948), con su pequeña
réplica del faro romano de Hércules, y los colegios mayores
del Padre Poveda (1950), el cercano de San Pablo-CEU (1951),
inaugurado por el propio Franco, o el de José Antonio (1954),
actual rectorado de la Universidad Complutense, antigua sede
del sindicato de estudiantes de Falange (SEU).
Pero sin duda los edificios que prolongaron la estela arqui-tectónica
del llamado «Monasterio del Aire» fueron el conjunto
del Museo de América (1949) e iglesia de Santo Tomás de
Aquino (1954), de aires neocoloniales, recordando el Imperio
americano, y el antiguo Instituto de Cultura Hispánica (1951),
todos de Luis Martínez-Feduchi, —hoy Agencia Española de
Cooperación Internacional— ejemplo perfecto de la arqui-tectura
oficial que resume las directrices marcadas por los
intelectuales del régimen. En este caso se trata de una cons-trucción
clásica de manual con sus pilastras, frontón y pinácu-los
que copian el espíritu de la obra de Villanueva. El proyecto
de Gutiérrez Soto marcó, sin duda, la pauta constructiva del
«nuevo» barrio de Argüelles dando paso a la nueva imagen de
la capital imperial.
Como se ha indicado, la plaza mayor incompleta que dise-ñó
Gutiérrez Soto alteró la colocación de uno de los monu-mentos
más representativos del lugar y de la época: el Arco
de la Victoria. Tanto la magna obra ministerial como el resto
de elementos representativos de aquellos primeros momen-tos
de exaltación nacional debían integrarse en el proyecto
de urbanización de la zona que habían dibujado Pedro Mu-guruza
(1893-1952) y Modesto López Otero (1885-1962), dos
arquitectos de mucho peso después de la guerra. Por ejem-plo,
el primero fue el Albert Speer (arquitecto jefe de Adolf
Hitler) de Franco, nombrado jefe de la Junta de Recons-trucción
de Madrid y director general de Arquitectura, autor
del Valle de los Caídos como su obra cumbre, sin olvidar la
reconstrucción de la Ciudad Universitaria. En cambio, en es-te
espacio docente no llegó la revolución arquitectónica del
nuevo régimen y tanto Muguruza como López Otero respeta-ron
los planos originales del campus de 1929 manteniendo el
aire racionalista en todas las facultades.
Si bien la obra del Ejército del Aire acapararía toda la aten-ción
de la zona, en la urbanización estaban previstos otros
elementos de acompañamiento que aún perviven en el lugar,
como los monolitos de granito que jalonan algunas esquinas,
rematados con el escudo de bronce de la Universidad Com-plutense;
el Monumento a los Aviadores del Plus Ultra (junto
a los Arcos de la Moncloa), y sobre todo el Monumento a los
Caídos (actual Junta Municipal de Moncloa-Aravaca), una
obra dirigida a dignificar «la grandeza de sus héroes y el ran-go
arquitectónico de la capital de España».
Para su diseño y construcción se convocó un concurso
público —del que formaba parte Gutiérrez Soto— que ganó
el arquitecto Manuel Herrero Palacios, autor de varios pro-yectos
urbanos en su calidad de jefe de Parques y Jardines
del Ayuntamiento de Madrid. Una de las bases fue que el
Esta fotografía del Arco de la Victoria en obras (1950-1956) es muy represen-tativa
de la época. Se puede ver una parte del Ministerio del Aire con el ala
noreste terminada. Desde 1954 ya estaba en uso aunque las obras finalizaron
cuatro años después. Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE)