En 1933, los Grupos de Getafe siguen participando en di-versas
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concentraciones aéreas, destacando la de Barajas,
con motivo del II Aniversario de la República Española, en
abril, donde pierden la vida en accidente el teniente Gobar y
el cabo Jiménez.
En 1934 Getafe, con su patrulla de Caza, se alza con la vic-toria
de la III Copa de la Revista de Aeronáutica.
El año 1935 comienza con la inquietud que provocan los
continuos sucesos políticos. Sólo la concesión de la Medalla
Militar a la Escuadra de Getafe logra un momento de alegría
en la base aérea. La recompensa de tan alta condecoración,
publicada el 22 de enero, es debida a los extraordinarios
servicios prestados con motivo de las operaciones realizadas
para la liberación de la provincia de Asturias, durante los su-cesos
ocurridos en octubre de 1934.
Es la primera distinción a la Escuadra, condecoración que
venía a premiar la intensa labor desarrollada en Getafe desde
su creación, en el año 1920. No olvidemos que en fechas
anteriores el aeródromo sólo fue utilizado como escuela de
pilotos.
La empresa Construcciones Aeronáuticas sufría las con-secuencias
de la crisis industrial tras la finalización de los
contratos de los «Breguet». A pesar de la gran ilusión puesta
en la avioneta, tampoco existía un mercado con suficiente
poder económico para adquirirlas.
A partir de enero de 1931 se iniciaron gestiones para fabri-car,
bajo licencia, el avión inglés «Vildebeest», muy adaptado
en diseño a emplearse tanto en mar, como hidroavión, como
en tierra. Gómez Spencer, piloto de pruebas de la empresa,
se desplazó a la factoría británica para comprobar sus carac-terísticas.
Previa a la compra de uno de los prototipos ingleses, y ad-quirida
la licencia, se inicia el proceso de fabricación para un
pedido de 27 unidades destinadas a la Marina. La anormali-dad
de los momentos que se vivían hizo que la fabricación
sufriera varias demoras que impidieron una entrega regular.
Fue ya entrado 1935 cuando se inició el suministro de estos
aviones a la Armada española en partidas de dos unidades.
El 12 de abril de 1935 el presidente del Consejo de Minis-tros,
Alejandro Lerroux, acompañado del director de Aero-náutica,
Ismael Warleta, visitaron las instalaciones de la base
aérea de Getafe. Una escuadrilla de caza realizó un simula-cro
de combate, terminando con exhibiciones acrobáticas. El
presidente se mostró satisfecho del estado de instrucción y
disciplina de todo el personal de la base aérea. Finalizada la
visita, le fue servida una comida al término de la cual se brin-dó
por los componentes de la unidad.
Dos días después de esta visita, el 14 de abril, y en con-memoración
del IV Aniversario de la II República Española,
se celebró en la plaza de la Armería del Palacio Nacional
una parada militar. El acto fue presidido por el jefe del Es-tado,
Niceto Alcalá Zamora, que impuso la Cruz Laureada
de San Fernando a los generales Batet y López Ochoa
y a varios jefes y oficiales. El general Cabanellas, previo
permiso solicitado al presidente de la República, impuso
la Corbata de la Medalla Militar a la Bandera de la Primera
Escuadra de Aviación de guarnición en Getafe. Previamen-te
el general pronunció estas palabras: «Su Excelencia el
Presidente de la República, en nombre de la Patria, y con
arreglo a la Ley, Os concede la Medalla Militar como pre-mio
a vuestro distinguido comportamiento frente al ene-migo
». Entre los diversos jefes y oficiales que recibieron
condecoraciones figuraba el teniente piloto Carlos Rute
Vilanova, que más tarde, entre los años 1955 y 1957, ya
como coronel, mandaría la base aérea de Getafe.
La Sublevación y la Guerra Civil, 1936
La vida de la base aérea continúa sin grandes nove-dades
aunque los rumores acerca de la inestabilidad
política son constantes. Por otro lado, la inquietud entre los
militares y la población civil es presagio de tormenta. El triun-fo
del Frente Popular en las elecciones no fue más que el
punto de partida hacia un feroz enfrentamiento.
Por entonces Getafe era la base mejor dotada de efectivos
de toda España, contando con un plantel de profesionales
de gran calidad, tanto de personal de vuelo como de mecá-nicos
y auxiliares. No cabe duda que para el Estado Mayor
Central, Getafe era la cabecera de la Aviación española. Al
comienzo de la Guerra Civil, el jefe de la Escuadra de Avia-ción
n.º 1, y por tanto de la base, era el teniente coronel del
Cuerpo de Intendencia y piloto aviador, D. Antonio Camacho
Benítez (1892-1974) quien puso su cargo al servicio del go-bierno
de la República.
Al igual que el jefe de la base, el del grupo de caza, ca-pitán
Manuel Cascón Briega, así como buena parte de los
oficiales y suboficiales se mantuvieron fieles a la legalidad
gubernamental. Otros aviadores del grupo eran partidarios
del alzamiento militar, por lo que fueron trasladados en vuelo
a Barajas y desde allí al Ministerio de la Guerra, donde se or-denó
su arresto domiciliario.
La Guerra Civil española afecta a Getafe y a sus instalacio-nes
militares de forma notoria. Durante los primeros días del
conflicto, la principal misión de la base aérea fue la vigilancia
permanente de los puertos de montaña del León y Nava-cerrada,
en la sierra de Madrid, con los aparatos de caza
Nieuport 52, de modo que cada piloto efectuaba dos o tres
servicios diarios, relevándose cada dos horas, para mantener
un caza de vigilancia constante durante toda la jornada, so-brevolando
la sierra.
En la noche del 17 al 18 de julio se ordena la salida de
tres aviones para efectuar una misión de bombardeo contra
los sublevados en África. En Getafe se preparan dos de los
«Fokker», más uno de los modernos «Douglas DC 2» que de-ben
dirigirse a la base de Tablada a cargar bombas y desde
allí volar hacia Marruecos.
En la madrugada del 18 de julio, el Cuartel de Artillería n.º 1
de Getafe se subleva disparando cañonazos contra las insta-laciones
de la base aérea que permanecía fiel a la República,
consiguiendo destrozar algunas instalaciones. Dos aviones
«Breguet» pilotados por Mendiola y Jiménez lanzan varias
bombas sobre el cuartel. A estos les sigue un «Nieuport»
que pilotaba Andrés García Lacalle, que efectúa un ametra-llamiento
sobre las instalaciones artilleras. De estos hechos
existe una versión escrita por Leocadio Mendiola, que da
detalles de la refriega. Los amotinados son detenidos y tras-ladados
a Madrid.
Cuartel de Artilleria 1932.