El Caproni Ca.310, un avión que llegó tarde a nuestra guerra y dio numerosos problemas con los lanzabombas, algunos de los cua-les
Pero lo más destacable de estos primeros compases de
1939 es su modificación de los lanzabombas instalados en el
material italiano que se había incorporado recientemente, los
Caproni Ca-310, en los que, al parecer, al despegar, y des-pués
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de estar bien enganchadas, se caían las bombas o, lo
que era peor, se quedaban colgando. Curiosamente, el prime-ro
de los dos grupos creados con estos aviones (16 en total)
fue el 8 G18, que mandó por corto período de tiempo el her-mano
de nuestro protagonista, el Capitán José Larrauri, pues
su verdadero comandante, Félix Bermúdez de Castro «El Chi-lín
», estaba convaleciente de unas heridas recibidas todavía
cuando mandaba el grupo 6 G15 de «pavos». Estos aviones,
los Ca-310 debían ser francamente malos, pues los pilotos y
tripulantes españoles los bautizaron de inmediato «cabronis»7.
También le dio tiempo a diseñar los siguientes ingenios: la es-poleta
ultrasensible S-1; la espoleta ultrasensible S-2, adaptable
a la bomba legionaria de 12 kilos; la bomba S-3 de 10 kilos; la
bomba S-4 de 55 kilos (a las que podían montársele espoletas
S-1, S-5 R, y S-9); el lanza bombas múltiple que dio en llamar
S-7; la bomba S-8 de 250 kilos para espoletas S-5 R; la propia
espoleta de gran retardo S-5 R; el silenciador y apagallamas
S-6; y la espoleta neumática de 1/2 S retardo denominada S-9.
Durante la guerra, no sólo realizó vuelos de bombardeo, sino
que también realizó numerosos informes de comprobación de
los mismos, cosa habitual cuando había fallos de bombas o
no se habían conseguido los objetivos determinados. Conoce-mos
alguno de ellos, firmados en Zaragoza por D. Jacinto Ruiz
Ayllón, del Estado Mayor de la 1ª Brigada del Aire.
Una posguerra de exitos y sinsabores
Finalizada la contienda, el primero de mayo de 1939, y si-guiendo
órdenes del jefe de los Servicios Técnicos del Ai-re8,
pasó agregado a la Jefatura Industrial Zona Norte, dónde
actuó como jefe de la Delegación de Guipúzcoa y Navarra,
destino en el que continuó desarrollando su actividad.
El 13 de febrero de 1940, le fue concedida una Medalla de
la Campaña, una Cruz Roja del Mérito Militar con distintivo
rojo y una Cruz de Guerra, por sus méritos durante la pasada
contienda civil.
Pero todo no iban a ser alegrías. El día 26 de febrero de
1940, y cumplimentando las órdenes recibidas según oficio
nº 6697 del Sr. jefe Industrial de la Zona Norte, fue grave-mente
herido cerca de Monforte de Lemos. Al parecer, el
coche el que viajaba fue tiroteado por unos desconocidos.
Al intentar hacerles frente, resultó herido él y su chófer. Nos
han referido que incluso le dieron dos «tiros de gracia» para
rematarlo, pero que la boina que entonces llevaba le salvó
la vida al desviarse los tiros. Las heridas recibidas (cinco
solucionó Larrauri. Archivo Juan Arráez.
Larrauri en Montblanch (Tarragona) con un tanque de origen ruso T-26 a
sus espaldas. Colección familiar.