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Espoleta francesa 22mm Canton Mle long en una bomba de 10 kilos sin explosionar durante la 1GM.
produjera antes de enterrarse en el suelo consiguiendo
así mayores efectos contra-personal, tenía la ventaja de
que el alargamiento de la espoleta se producía cuando la
bomba había abandonado el avión y se encontraba en el
espacio, permitiendo así, utilizar los lanzabombas conven-cionales.
Según su hijo Luis, el funcionamiento era el siguiente: Al
parecer al caer la bomba, se liberaba una cantidad de ácido
sulfúrico, que tras corroer una lámina de papel o similar, re-accionaba
con una sustancia que provocaba la detonación
de la bomba. El tiempo de retardo variaba en función del
tiempo que el ácido atacaba al papel (o celulosa). La única
sustancia que se ha podido identificar con su nombre es
el ácido sulfúrico. Suponemos que la sustancia con la que
reaccionaba sería el clorato potásico, que con el sulfúrico
genera calor, lo que podría iniciar los explosivos iniciado-res.
También podría ser el propio fulminato de mercurio,
que detona directamente ante la presencia del sulfúrico con
pureza superior al 98 %. Y también apunta don Luis, como
dato curioso, que al parecer
ideo un sistema para evitar
que, una vez estuviera la
bomba en el suelo, pudie-ra
ser levantada, ya que si
se levantaba más de 45º, el
ácido sulfúrico se ponía en
contacto directamente con
la otra sustancia y se pro-ducía
la detonación de la
bomba.
*Nuestro agradecimiento
a la familia Larrauri (en es-pecial
a los hijos del pro-tagonista,
Luis, Margarita,
Ana e Isabel) por aportar-nos
las fotografías y mu-chas
de las informaciones
que aparecen en este tex-to.
También, como no, a
Antonio Alonso y a Javier
Bermúdez de Castro, ver-daderos
“alma” y “cora-zón”
de este artículo, sin
los cuales nunca hubiese
visto la luz.
Documentación y bibliografía
- Hoja de servicios y declaración jurada, consultadas en el Archivo Histórico
del Ejército del Aire. Ref. P-15.330.
- Archivo Histórico del Ejército del Aire, Colección Kindelán, Referencia
N2728-2
- Archivo Histórico del Ejército del Aire, 3ª Sección, 10ª División, Armamen-to,
Ref. 4873.
- Agudo Sánchez, Francisco (1975). «El maquis en España». Editorial San
Martín. Madrid.
- Alonso Rodríguez, Antonio y Bermúdez de Castro y de Francisco, Javier
(2017): «Catálogo de bombas y espoletas del Museo del Aire (1913-1939)».
Ministerio de Defensa.
- Díaz, Carmen (Vda. de Franco) (1981): «Mi vida con Ramón Franco». Edito-rial
Planeta.
- Lobón-Cerviá, Javier y Morales Jorge (2009): «Notas para la historia recien-te
del Museo Nacional de Ciencias Naturales», CESIC, Madrid.
- Román y Arroyo, J. Mª (1993): «Tres escuelas y veinte promociones de in-genieros
aeronáuticos», Madrid.
NOTAS
1 Herrera, Emilio: «Los problemas actuales de la aviación: la refrigeración
de los motores», revista MADRID CIENTÍFICO, pág. 374.
2 El bando nacional usaba las espoletas Hispana (reglamentaria antes de la
guerra), e Hispana Reformada (que sustituía a la AZ C10 mecánica de reloje-ría
alemana), pero carecía de espoletas para bombas de más de 100 kilos (la
bomba más pesada de origen español era la Hispana A6 de 100 kg), tenien-do
que usar las legionarias (italianas) o negrillas (alemanas), de elevado cos-te.
Así, pese a fabricar cuerpos de bombas de 50 y 250 kilos negrillas tenía
que usar la espoleta eléctrica alemana que costaba 65,6 pesetas por unidad
(un alférez provisional ganaba 333,33 pts mes). (los alemanes vendieron un
total de 427.913 espoletas de este tipo).
3 Por la cantidad de veces que repitió la palabra «varilla» en esta patente,
le apodaron “Varillamendi, una fusión de Varilla y Santiagomendi.
4 La denominación de «Santiagomendi» a todos su inventos es como ho-menaje
por la toma, a primeros de septiembre de 1936, de ese monte por
las tropas del bando Nacional, como paso previo a la ocupación de San
Sebastián.
5 AHEA, Colección Kindelán, Referencia N2728-2.
6 Díaz, Carmen: «Mi vida junto a Ramón Franco».
7 Existen dos artículos básicos sobre estos aviones, uno de Kanario Azaola
en la Revista Aeroplano número 15 de 1997 titulado «Capronis en el cielo»,
págs. 120-125 y otro de Juan Arráez, en la Revista AIR MAGAZINE titulado
«Los Caproni Ca.310 españoles», ambos imprescindibles para saber más
sobre estos aviones y su participación en la Guerra.
8 En este momento, en los Servicios Técnicos del Ejército del Aire había
militares como Luis Arias Martín, Francisco Fenech Caudellot, Felipe Lafita
Babio, Eusebio Calvo Aguirre, Manuel de la Sierra Bustamante y José Mar-tín
Montalvo Gurrea (en la Región Aérea Sur estaban Eduardo Barrón R. de
Sotomayor y Carlos Mayer Alessandri). Datos obtenidos de la Escalilla del
Ejército del Aire de 1 de febrero de 1939.
9 Según la versión de Agudo Sánchez, el 26 de febrero de 1940 cuan-do
viajaba en un vehículo oficial entre Monforte de Lemos y Chantada
sorprendió a una partida del Maquis, dirigida por David Álvarez Fuentes,
alias El Velasco, atracando un autobús de línea y al enfrentarse a ellos
junto a su conductor, fueron dejados por muertos tras recibir este dos
disparos y cinco Luis Larrauri que le afectaron la cabeza (le salvó la vida
el llevar puesta la gorra ya que el tiro de gracia que le propinó uno de
los maquis solo le rozó el cuero cabelludo), el hombro derecho, la ingle
y el pecho. Tras recibir estas gravísimas lesiones su vida profesional se
vio enormemente afectada, pasando a situación de reemplazo por en-fermo
en varias ocasiones, hasta que en noviembre de 1953 causa baja
en el Ejército por «inutilidad física» con el grado de teniente coronel.
AGUDO SÁNCHEZ, Francisco. El maquis en España. Madrid. Editorial
San Martín. 1975. Pág. 666. Este «Velasco» fue abatido por la Guardia
Civil en 14/04/1941 junto a dos de sus compinches. Misma fuente pági-na
664.
10 Puede consultarse estos oficios en el Archivo del Ejército del Aire. Do-cumentación
relativa a la 3ª Sección, 10ª División, Armamento, Ref. 4873.