450 ANIVERSARIO DE LA BATALLA NAVAL DE LEPANTO
En vanguardia iban las ocho galeras exploradoras de Juan de Cardona,
general de la escuadra de Sicilia, que debía navegar 16 millas por delante de
las demás durante el día y replegarse a ocho millas del grueso durante la
noche. La armada seguía en cuatro cuerpos, que iban en línea de fila. El
primero, que formaría el ala derecha en combate, lo mandaba Juan Andrea
Doria, con 54 galeras y grímpolas verdes. El segundo cuerpo, centro o bata-lla,
iba al mando directo de Juan de Austria, con 64 galeras con grímpolas
azules. El tercero, a las órdenes de Sebastián Veniero, formaría el ala izquier-da
en combate y estaba compuesto por 53 galeras con grímpolas amarillas.
En último lugar, iba la escuadra de socorro o reserva, que mandaba Álvaro de
Bazán, compuesta por 30 galeras que lucían grímpolas blancas. Cada uno de
los cuerpos tenía que remolcar dos galeazas, alternándose las galeras para
este desempeño.
El conjunto navegaba en una línea de fila que abarcaba 18 millas. Una vez
se ordenase formación de batalla, las galeras remolcadoras debían colocar a
las galeazas al frente de la línea, dos delante de cada una de las alas y centro,
y las galeras de cada cuerpo se debían poner en línea de frente, de forma que
entre cada dos contiguas no pudiera pasar ninguna enemiga, y entre el centro
y las alas hubiera un espacio de tres o cuatro cuerpos de galera para poder
regular los movimientos.
Avanzarían con boga larga para conservar el puesto sin embarazarse y
llevarían al menos dos piezas en cada galera listas para disparar en el momen-to
de la embestida. La línea de batalla, una vez desplegada, abarcaría unas
cinco millas. Las galeras de cada grupo iban intercaladas, de modo que todas
estuviesen expuestas a los mismos riesgos. Se procuró que las más fuertes
estuvieran en el centro. La reserva, que mandaba el marqués de Santa Cruz,
desempeñaba un papel de gran importancia, pues debía acudir con presteza a
apoyar allí donde se necesitase un refuerzo. Existe una información muy deta-llada
de la correspondencia entre Juan de Austria y García de Toledo, antiguo
capitán general de la Mar, que al no poder estar presente por motivos de salud
fue consultado por el príncipe sobre el empleo de la artillería, y le recomendó
tirar en la embestida de manera que se aprovechase la totalidad de la andana-da.
Juan de Austria ordenó cortar los espolones, pues de este modo se mejora-ba
el ángulo de tiro en depresión y serían mayores los destrozos en la primera
descarga.
A mediodía del día 16 fondearon las galeras en la fosa de San Juan, en la
costa de Calabria, cerca de Regio. Allí se incorporó Gil de Andrade, al que
después de llegar al castillo de San’t Angelo le refirieron la tentativa de los
turcos contra la fortaleza de Corfú, aunque desistieron porque la artillería del
castillo echó a pique tres galeras y, al parecer, se dirigieron a Cátaro.
Al día siguiente, 17 de septiembre, el vicario general Jerónimo Manrique
celebró una misa a la que asistieron todas las dotaciones y soldados, tras la
cual la armada continuó hacia el golfo de Tarento, con tiempo borrascoso y
330 Agosto-septiembre