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Centenario de la
Legión española
y el Ejército del Aire
Una celebración compartida Fernando Calvo
En 2020, el año COVID, la Legión española cumplía cien años desde su fundación y lo hacía,
como el resto de las Fuerzas Armadas, cumpliendo con su deber ayudando a la sociedad
en uno de los momentos más críticos vividos por el mundo en muchas décadas.
Lo cierto es que la Legión y el Ejército del Aire, además de compartir un mismo espíritu de entrega,
comparten en una señera unidad sus dos bellos emblemas.
Se trata de la Agrupación del Acuartelamiento Aéreo de Getafe (ACAR),
dependiente del Mando Aéreo General (MAGEN). Si el símbolo es bien conocido
–y reconocido con orgullo– en el Ejército del Aire puede que su historia no lo sea tanto,
1939: NÉMESIS DE UN DRAMA
FRATRICIDA; GÉNESIS DE UN
EJÉRCITO
Recién terminada la Guerra Civil
española (1936-1939), las fuerzas
aéreas de nuestro país eran una de
las más imponentes del momento. Y
lo eran por varios motivos: se nutrían
con excelentes aparatos venidos de
las tres potencias más intervencionistas
–Alemania, Italia, Unión Soviética–;
superaban el millar largo
de aviones de todo tipo (caza, bombardeo,
transporte, etc.); sus pilotos,
tripulaciones y personal de apoyo
contaban con una experiencia real
de combate como no tenían en ese
momento ni la Royal Air Force ni la
Luftwaffe, por poner dos ejemplos
de máximos. Había más: la contienda
había favorecido el desarrollo
de una moderna doctrina de guerra
aérea y cooperación con Tierra y
Mar, lo que muy pronto motivaría la
demandada creación de un ejército
independiente, como terminarían
por hacer más tarde o más temprano
todos los países. España, por otra
parte, estaba cuajado de aeródromos
e instalaciones aeronáuticas (el
general Salas calculó en su clásico La
guerra de España desde el aire que
ambas aviaciones enfrentadas en la
lucha fratricida levantaron más de
600 aeródromos).
revista de aeronáutica y astronáutica / septiembre 2021
González-Regueral
Escritor y legionario de honor
El 8 de agosto de 1939 se creaba
el Ministerio del Aire, quinto en
la prelación de gobierno solo por
detrás de los de Exteriores, Gobernación,
Tierra y Armada. Y dos meses
después, como lógico corolario
y por ley de Jefatura del Estado,
el Ejército del Aire. Fue entonces
cuando Franco, en la gran reorganización
de mandos y efectivos que
tenía pensada para la inmediata
posguerra, tomó una decisión que
asombraría a todos: designar como
ministro del nuevo ramo al general
Juan Yagüe Blanco (1891-1952),
brillante jefe del Cuerpo de Ejército
marroquí y de la Legión pero
con nula experiencia específica en
el componente aéreo (salvo lo vivido
en la contienda más una visita
a instalaciones de la Luftwaffe en
mayo de dicho año). Muchos ven
en la decisión una forma de apartar
«por elevación» al general –crítico
con ciertas decisiones del alto
mando durante la conflagración–…
lo que motiva el presente artículo.