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MAQUIAVELO EN ESTADOS
UNIDOS
Aun situándose en contextos muy diferentes,
los consejos de Maquiavelo
y el desarrollo político-militar de Estados
Unidos van a ir encontrándose
en algunos puntos desde el origen
mismo del país. Las primeras pinceladas
de la doctrina estratégica se
encuentran en la Declaration and Resolves
of the First Continental Congress
de 1774, dos años antes de la
Independencia, en la cual se expresa
la convicción de que los ejércitos
permanentes son peligrosos para la
libertad. Posteriormente, la Segunda
Enmienda a la Constitución, que
sigue afectando a otros aspectos de
la sociedad norteamericana, dejó dicho:
«Siendo necesaria una milicia
bien organizada para la seguridad de
un Estado libre, el derecho del pueblo
a poseer y portar armas no será infringido
». Todavía en 1914 el presidente
Woodrow Wilson desconfiaba de un
ejército permanente.
Así pues, el poder bélico norteamericano
se engendra y desarrolla a través
de voluntarios y milicias.
Por su parte, Maquiavelo inaugura
Del arte de la guerra con una convicción
que será recurrente a lo largo de
su obra: habiendo sufrido en carne
propia la acción de los mercenarios,
no entendía la práctica militar como
un oficio fijo sino a través de milicias
con reclutamientos entre unos ciudadanos
que entrenarían en sus días libres.
Sí busca un punto medio entre lo
preceptivo y lo opcional.
Además de poner el acento sobre los
riesgos relacionados con vivir de la
guerra, por lo tanto generarla, Maquiavelo
parece un yanqui cuando
apunta al enorme gasto económico
que podría acarrear el mantenimiento
de soldados más allá de las contiendas.
Las fuerzas militares de la Revolución
de las Trece Colonias estaban
integradas por voluntarios reclutados
por las milicias de cada una. Junto
a estos milicianos se contaba con
un ejército continental con efectivos
comprometidos a combatir en lapsos
específicos y que no solían estirar su
participación.
Henry Knox, librero devenido en secretario
de Guerra bajo el gobierno de
Washington, fue el impulsor de la Milttia
Act. 50 en 1792, la cual obligaba a
enrolarse a todos los ciudadanos hábiles
desde los 18 a los 45 años; Maquiavelo
había propuesto una edad
entre los 17 y los 40 años.
Ya el propio Washington había impulsado
una rauda desmovilización; cuatro
regimientos de infantería y uno de
artillería, en total 2631 hombres1, serían
suficientes. A su juicio, la única
amenaza exterior para la Unión vendría
desde Europa: la fortificación
de los puertos y el desarrollo de una
competente Marina de guerra serán
la base de la talasocracia más poderosa
de la historia, cuya insularidad
estratégica se volcará en papel gracias
a Alfred Mahan.
Con todo, la idea maquiavélica de
que la fortaleza no puede ser el principal
sistema de defensa parece colarse
como traducción contextual a
través de la política exterior norteamericana.
En 1835 la población de los Estados
Unidos era de 17 millones,
pero su ejército regular, el cual luchaba
incansablemente contra los
nativos americanos, solo contaba
con 7198 hombres distribuidos en
116 compañías de infantería, artillería
y dragones (caballería).
El número de efectivos alcanzará el
número de 26 000 a lo largo del último
cuarto de siglo, y en 1898 el
Ejército Regular llegará a tener casi
65 000 miembros. Lo cierto es que
después de la guerra hispano-estadounidense
de ese año, las fuerzas
regulares sumaban 59 000 y los
voluntarios 216 000, esto es, un total
de 275 000 hombres2.
Paralelamente, en 1879, como reserva
militar y para tareas de orden público,
nació la Guardia Nacional siguiendo el
ejemplo de la antigua milicia de la época
colonial, pues estaba compuesta
por voluntarios remunerados: la idea
de una soldadesca ciudadana disciplinada
y bien entrenada prevaleció a lo
largo de la formación del Estado norteamericano
hacia dentro y fuera.
Durante la guerra de Secesión se había
inaugurado el servicio militar, lo
cual se hizo regla después de la Segunda
Guerra Mundial: ocho años de
servicio obligatorio en activo y reserva
en las guerras de Corea y Vietnam.
Este sistema de reclutamiento no
duró mucho más: el gobierno de Richard
Nixon puso la semilla de unas
Fuerzas Armadas profesionales de
mayor calidad; una profesión militar
lo más cerca posible al sector civil en
remuneración o vida personal.
Estatua de Maquiavelo