>> Pasado, Presente y Futuro
« E L P E Q U E »
David Sánchez Fierro
Presidente de la Asociación de Bandas de Guerra
Son incontables los cornetas héroes, No hay episodio
guerrero de alguna trascendencia en que no aparezca un
jovenzuelo que lanza al campo de batalla el estridor de
su corneta, en tanto que las balas silban en su entorno.
No vamos a colocar la historia de otro corneta héroe,
hay bastantes, quizás demasiados. Pasa con ellos
como en «La Reliquia» con las herraduras
del borriquillo que condujo a la Virgen,
que ya iban vendidas siete en Portugal y
eso que es un país pequeño para vender
impunemente tantas herraduras milagrosas.
El corneta Ruiz puede ser un héroe; pero no lo
es todavía. No lo es nadie a su temprana edad.
Porqué aún no ha visto más moros que los que
circulan tranquila y pausadamente por las calles
de Ceuta. Pero el corneta Ruiz merece que registre
la fecha del 29 de octubre de 1921 en que se colgó́
por primera vez el rojo cordón y la dorada corneta.
El peque Ruiz era el botones del Tercio, esto de
que haya un botones en un Tercio donde sobra
gente para ser mandada necesita una explicación.
El peque no tiene más familia en este mundo que
un hermano, cabo de la primera compañía, que lleva
3 meses en tierras africanas, el hermano mayor, al
morir sus padres, sentó́ plaza como tambor, pues aun
no tenía edad para ser legionario, se quedó́ en la calle
su hermanillo, un chico de 8-10 años. No sabía qué hacer
con el pequeñuelo, le sacaba a la puerta del cuartel la mitad
de su rancho; le seleccionaba la amistad con los golfillos
madrileños para que le protegiesen los menos peligrosos.
Poco a poco el peque empezó́ a entrar en el cuartel. Su
hermano hablaba a los «cuota» para que le buscasen un asilo:
-No quiero que se haga un granuja, ¿sabes?
Finalmente, el peque fue acogido en el cuartel, no tenía
edad para figurar en la lista de tropas. Un día, el capitán
ayudante o el coronel no se quien, se preocupó de que le
hicieran un traje mitad botones mitad legionario.
El peque empezaba a recibir la protección de la milicia,
dormía en el petate del hermano, y este le aseaba
con todo el celo posible, aunque no mucho. ¿Para
qué contar una leyenda? El peque solía andar
algo sucio. Cuando marchó la 1ª Compañía, el
hermano mayor, que ya era cabo, se ofreció
voluntario; el pequeño se ofreció tambien.
El cabo Ruiz dio dos cachetes al «botones»
Ruiz para apagar su entusiasmo bélico, y
lo confió a la protección de los jefes y de
los asistentes que circulaban en torno al
cuarto de banderas.
Al marchar la 2ª Compañí a, el «peque»
Ruiz recibió un minúsculo traje de
legionario, un mosquetón, todo el equipo
completo. Cruzó, en su despedida, las
calles de Ceuta con aterradora marcialidad,
solo se le veía en el conjunto de cartucheras,
morrales, mantas, etcétera, la cabeza, que el
engallaba, y que por su tamaño se ve siempre,
aunque él no lo engalle.
Ayer el «peque» ha debutado de corneta, nunca
ha resonado en el patio de un cuartel toques
reglamentarios más enfáticos. Tocando «diana»
ha realizado una obra de arte. El toque con que
avisó la llegada del teniente coronel fue un bello
acorde musical y se le ovacionó con justicia.
Creo que una dama patriótica debería de enviarle
un paquetito de ropa y útiles para su servicio;
el hermano, desde el campo no puede enviarle
buenos consejos...
Extraído de una noticia publicada en 1921, sobre
historias legionarias que acaecían entonces.
86 555 · II-2021 La Legión