SECCIONES - PENSADORES ESTRATÉGICOS
EL GENERAL ROGERS Y
LA DOCTRINA FOFA DE LA OTAN
Ángel José Adán García
Coronel de Artillería DEM
En el año 1981 Estados Unidos publica
una nueva doctrina de empleo
para sus Fuerzas Armadas: La Batalla
Aeroterrestre. Esta doctrina fue el
resultado del estudio de varios factores.
El primero fue que el fracaso de
la Guerra de Vietnam había puesto
de manifiesto la necesidad urgente
de modificar la doctrina vigente
en ese momento; el segundo fueron
las lecciones aprendidas en la guerra
árabe-israelí del Yom Kippur que demostró
la importancia del empleo de
la tecnología más moderna, en particular
las municiones de alta precisión;
el tercero fue el lanzamiento de la segunda
estrategia de compensación
como consecuencia de que la Unión
Soviética alcanzara la paridad nuclear1;
y el cuarto factor fue el cambio
doctrinal orquestado por el Mariscal
Ogarkov que apostaba por una guerra
no nuclear2, basada en una rápida
operación ofensiva convencional para
alcanzar los objetivos estratégicos lo
más rápido posible.
Inmediatamente, el General Bernard
W. Rogers, Comandante Supremo
Aliado en Europa (SACEUR) entre 1979
y 1987, emitió directrices para desarrollar
una doctrina similar en el seno
de la OTAN, que finalmente vio la luz
en el año 1984 y fue denominada Follow
on Forces Attack (FOFA) o Ataque
a las Fuerzas de Segundo Escalón. El
General Rogers argumentaba sobre su
necesidad urgente pues «… si la guerra
se produjera hoy, sería solo cuestión de
días que tuviera que dirigirme a nuestras
autoridades políticas y solicitar el
uso de las armas nucleares»3.
Aunque la doctrina FOFA supuso un
cambio importante en el empleo de
las fuerzas, siguió enmarcada en el
concepto estratégico vigente del momento,
la Respuesta Flexible, basado
en la tríada de fuerzas convencionales,
fuerzas nucleares de teatro y fuerzas
nucleares estratégicas.
Esta nueva doctrina establecía la necesidad
de que las fuerzas convencionales
de la OTAN fueran capaces de
aguantar el ataque inicial de las fuerzas
del Pacto de Varsovia en la Región
Central, donde la República Federal
Alemana limitaba con la República
Democrática Alemana y Checoslovaquia.
En esta zona era donde se concentraba
el mayor número de fuerzas
enemigas.
Sin embargo, los planes de defensa
de la OTAN en vigor reflejaban la dificultad
de mantener el frente ante la
sucesiva llegada de fuerzas que reforzarían
el ataque inicial y que, según
la incipiente doctrina soviética,
buscarían profundizar en el despliegue
aliado lo más rápido posible. Y es
aquí donde entraba en juego la doctrina
FOFA que propugnaba atacar a
esos segundos escalones para evitar
su llegada al frente, aislando, de esta
manera, a los primeros escalones
de sus apoyos y refuerzos. Se trataba
pues de conseguir que las fuerzas
del Pacto de Varsovia que llegaran a
la Posición Defensiva Principal, lo hicieran
en cantidades manejables para
la defensa.
Este concepto, en sí mismo, no era
nuevo, pues los ataques a los segundos
escalones y en profundidad
siempre han estado presentes en los
planes militares. Para las fuerzas terrestres
son los ataques en profundidad
y para las fuerzas aéreas son
acciones de interdicción. Lo que marcaba
la diferencia en ese momento
era que debía hacerse con armamento
convencional y habría que ser capaz
de detectar los objetivos móviles
y atacarlos con rapidez y precisión. Y
para ello se necesitaba el desarrollo
de tecnologías que, en ese momento,
no estaba plenamente desarrolladas
o, si lo estaban, era de manera muy
incipiente como los misiles de crucero,
sistemas múltiples de cohetes,
82 / Revista Ejército n.º 966 • octubre 2021