202 CARLOS GONZÁLEZ ROSADO
de sus hombres a Nador, su natural necesidad de marchar a defender a sus
familias, que, ante la falta de cuarteles, vivían repartidas a lo largo del territorio.
De hecho, lejos de generar cualquier tipo de desconfianza, las unidades
de Regulares fueron potenciadas, a diferencia de las fuerzas de Policía
Indígena, que con el tiempo serían disueltas.
CONSECUENCIAS DE LA CAÍDA
DE LA COMANDANCIA GENERAL DE MELILLA
Tras la caída de la Comandancia General de Melilla, una de las primeras
medidas que se tomaron con respecto a las unidades indígenas, fue la
reorganización del Grupo de Regulares de Melilla, para lo cual se iniciaron
con urgencia las labores de captación de personal, que se extendieron a la
zona occidental del Protectorado, autorizando el Alto Comisario, ante la
falta de efectivos, que las compañías se completasen a un 50% con soldados
españoles con el fin de poder organizar unidades de 100 hombres.
De este modo, el 6 de septiembre de 1921, el Grupo ya contaba con dos
compañías en el 2º tabor, la de ametralladoras y un escuadrón. Un aumento
de tropas que, en los meses siguientes, le permitió volver a participar
en importantes operaciones durante la campaña de reconquista del territorio
perdido, aunque, desde el 3 de agosto, una sección participaba en las
operaciones de salvaguarda de la seguridad próxima a Melilla, habiendo
ocupado la Restinga y efectuado razias por la zona. Actuación que terminó
por borrar cualquier rastro de duda que hubiera podido quedar a raíz de la
caída de Annual.
De la importancia del valor operativo de las Fuerzas Regulares y
de la confianza que el Mando tenía depositada en ellas, fue el incremento
de su potencia de fuego con la organización, por Real Orden de 24
de septiembre de 1921, de una compañía de ametralladoras Hotchkiss en
cada uno de los tabores de Infantería y un escuadrón de ametralladoras
Hotchkiss en cada uno de los tabores de Caballería, haciendo también su
aparición en las planas mayores de los tabores de Infantería una sección
de granaderos y una de explosivos, y en los de Caballería una sección de
explosivos.
Sin embargo, la medida más importante fue la creación, por Real
Orden de 29 de julio de 1922, de un quinto grupo de Regulares, el Grupo
de Fuerzas Regulares Indígenas de Alhucemas n.º 5, cuya organización
venía siendo requerida desde 1919 como apoyo al Grupo de Regulares de
Melilla, único de estas características que operaba en la zona oriental, cuya
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2021, pp. 202-212. ISSN: 0482-5748