26 EMILIO DE DIEGO GARCÍA
por 100 de los niños y el 25 por 100 de las niñas. Durante las dos primeras
décadas del siglo XX se habían producido algunos avances imprescindibles
para tratar de superar ese mal endémico; por ejemplo, la creación del Ministerio
de Instrucción Pública y Bellas Artes en 1900, cuyo primer responsable
fue García Alix; a lo que se unió la conversión de los maestros en funcionarios
del Estado, en 1902, con su sucesor el conde de Romanones. Pero
continuaron estando mal pagados e insuficientemente formados. Todavía a
las alturas de 1919-1923 la situación era deplorable y, en 1920, la tasa de
analfabetismo se mantenía en el 43’3 por 100.
El número de escuelas en 1917 era de 25.278, el 61’5 por 100 de las
cuales se hallaba en pésimas condiciones y solo 583 tenían pequeñas bibliotecas.
La mayoría de aquellas aulas, el 62’5 por 100 eran de propiedad
municipal y, en muchos casos, la escuela era la peor casa de cada pueblo.
El Estado no se hizo cargo de las construcciones escolares hasta 1920, con
Álvaro Cabeza de Vaca como ministro de Instrucción Pública. A esa fecha y
desde 1900 únicamente se habían construido en España, con ayuda estatal,
216 escuelas. Pese a todo podríamos decir que, a la vista de lo señalado respecto
a los maestros y a las escuelas, entre 1902 y 1920, se fue dando el paso
de las competencias del ámbito local al nacional. En 1922 había ya 27.429
escuelas públicas, número insuficiente, aunque al incremento cuantitativo se
había unido alguna mejora cualitativa, con la apertura de los primeros grupos
escolares modernos, en Madrid y Barcelona. Añadiremos solo un par de
datos más, para no hacer demasiado farragoso este apunte. En el curso 1922-
1923 el Estado atendía el 72’7 por 100 del coste de las escuelas primarias,
que equivalía a 4’11 pts. por habitante y año.
La enseñanza secundaria contaba con apenas 21.000 alumnos, en total;
unos 12.000 en institutos públicos y 9.000 en colegios privados. Por su
parte la Universidad acogía un número ligeramente menor, pues la gran mayoría
de los alumnos que superaban la secundaria continuaban estudios de
enseñanza superior. Con todo, deberíamos resaltar que, desde los comienzos
del siglo XX, se puso de manifiesto un notable interés por la escuela, tanto
en círculos privados como públicos. Nombres como los de Costa, Azcárate,
Labra, Ortega, A. Machado, -que en 1920 creaba en Segovia la Universidad
Popular-; el padre Poveda, el jesuita Ruiz Amado, García Sola, Rufino
Blanco y tantos otros serían un buen ejemplo de la inquietud por transformar
la sociedad desde las aulas. La influencia del krausismo se reflejó, especialmente,
en el impulso a la educación en todos los aspectos y niveles. No
obstante los resultados prácticos siguieron siendo bastante limitados.
Sin embargo, junto al páramo del analfabetismo convivía en la España
de 1919 a 1923, en aparente paradoja, una élite cultural extraordina
Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2021, pp. 26-74. ISSN: 0482-5748